La todavía mujer del cantante está buscando nueva casa en Madrid mientras aclara que su separación no es un juego y que no hay lugar a reconciliación.
Por Ricardo Castillejo
Han sido dos décadas de unión y tienen intención de mantener buena relación, sobre todo por su hijo Kike pero, la separación de Bertín Osborne y Fabiola Martínez, es definitiva. Mientras él está instalado en su casa de campo de Sevilla -donde prevé su futuro-, ella permanece en Madrid, en la casa de la urbanización La Florida que conocemos por las entrevistas que el cantante ha realizado para su programa de televisión.
Una parcela de 2.453 metros cuadrados que Fabiola tiene intención de abandonar, entre otras razones porque su propietario la puso en venta, hace dos años, por 3,5 millones de euros. Así, la venezolana tiene el reto de buscar un hogar que se adecue a las necesidades de su niño aunque, según Jaleos del corazón, ya está preparada para el traslado en unos días que están siendo muy duros ya que, como es normal, los periodistas la esperan a cada paso.
Eso sí, de reconciliación, nada de nada pues, según palabras de nuestra protagonista, “Con esto no se juega. No es una cosa de que hoy me viene bien y mañana me viene mal y al revés, no. Esto es muy pensado, son muchas cosas, hay muchos sentimientos todavía que hay que poner en su sitio. Cuando te separas por un motivo gordo, como terceras personas o porque haya una movida súper gorda, el mismo dolor o la rabia o lo que sea te hace ser más fuerte, pero cuando dos personas se quieren, como es nuestro caso, y se respetan, ponen muchas cosas en la balanza, al final es mejor estar bien por separado que estar mal juntos“.
Tras un confinamiento complicado, la pareja intentó hasta el último minuto luchar por su unión, pero, la distancia -y el carácter de Bertín, quien ha entonado, en este sentido, el “mea culpa”-, se encargaron de romper los lazos que quedaban entre ellos. Un capítulo cerrado de una inolvidable y única historia de amor.