La presentadora de “Sálvame” está a punto de afrontar una nueva temporada con interesantes proyectos como la publicación de un nuevo libro en noviembre con el que piensa sorprender a sus seguidores, tal y como nos ha demostrado en nuestro número impreso de septiembre
Por Ricardo Castillejo
Esta gallega con sangre catalana, vasca y salmantina ama, junto a Pontevedra y Girona, a Cádiz -que le recuerda mucho a su casa- y, cómo no, a Sevilla. Casada con el cámara Carlos de la Maza, la vida le ha ido sorprendiendo continuamente y, aunque no tan pronto como otras personas, ha cumplido sus sueños del mencionado matrimonio y, sobre todo, la maternidad de su pequeña, Alba, de cuatro años. Una interesante biografía la de esta periodista que el 1 de septiembre de 2014 se puso frente a las cámaras por vez primera para, el 21 de septiembre de 2015, volver para instalarse como uno de los rostros titulares de “Sálvame”, sin duda uno de los programas más controvertidos de la historia de la televisión. Un hogar para Carlota Corredera que ésta defiende a capa y espada y que le ha dado una popularidad que ella disfruta sin perder el sueño por ello. Con los pies muy sobre la tierra, la presentadora hace gala de un sentido común y una responsabilidad social que ya demostró en “Tú también puedes: cómo conseguí perder 60 kilos y ganar salud”, un primer y exitoso libro que, muy pronto, tendrá continuidad con una nueva publicación que figura entre los más inmediatos proyectos de nuestra protagonista.
A mí lo de “presentadora estrella” me suena ajeno no, lo siguiente. Intento vivirlo todo como si no fuera conmigo, dándole la mayor normalidad. Esto es algo totalmente efímero e igual que ha venido puede que se vaya”
-Lo de presentar en tu caso, ¿es un sueño cumplido o algo inesperado que te ha traído el destino?
-Algo totalmente inesperado. Mi vocación periodística era más escribir que el audiovisual, pero el destino te va poniendo oportunidades y surgió ésa de ponerme delante de las cámaras que no termino de creerme del todo. A veces salgo de la cafetería de Telecinco y, cuando me encuentro mi fotografía allí puesta, pienso: “Madre mía, es de verdad…”. Cuando me propusieron conducir “Sálvame” supuso un shock, pero lo viví de forma más natural que “Cámbiame” o “Las Campos”, donde cambiaba el entorno, los colaboradores y el escenario. En “Sálvame” sigo relacionándome con el equipo, aunque sea de otra manera. Soy presentadora porque ahí me dieron la oportunidad.
-Y te conviertes nada más y nada menos que en una de las presentadoras “estrellas” de tu cadena…
-A mí lo de “presentadora estrella” me suena ajeno no, lo siguiente. Intento vivirlo todo como si no fuera conmigo, dándole la mayor normalidad. Esto es algo totalmente efímero e igual que ha venido puede que se vaya. Siempre voy con la tranquilidad de que tengo un “plan b” porque soy periodista. Los directivos está claro que eligen, pero el público también y, cuando no presente, te aseguro que no me moriré.
-¿Cuáles son tus “armas” frente a las cámaras? ¿La naturalidad? ¿La gracia? ¿La rapidez?
-Verás, más que presentadora me siento comunicadora. Eso es lo que he sido desde niña. Muy extrovertida, me encanta hablar, pero también escuchar… Para mí comunicar es como respirar y me parece que el público valora esa capacidad de transmitir con los ojos, con las manos… Aparte, a pesar de pertenecer a un programa tan cuestionado, creo que tengo credibilidad. Al menos así me lo transmiten. Más allá, a mí no se me olvida ningún día de dónde vengo. Ni por mis orígenes profesionales -que soy una periodista que empezó como guionista y coordinadora-, ni por nada.
-El hecho de pertenecer a un producto tan singular como “Sálvame”… ¿Te provoca conflicto con la periodista que eres?
-Nunca pensé que trabajaría en periodismo del corazón. Cuando hice mi carrera soñaba ser corresponsal en Nueva York, por ejemplo, y vinculada a la prensa escrita más que a la tele. Y fíjate estoy en algo en lo que tiene cabida el “show” puro con el periodismo. Existe un clasismo hacia quienes hacemos “corazón” pero no somos menos periodistas y hay un mando para, si no te gusta, cambiar de opción. Todos los periódicos de información general tienen páginas que dedican a “Gente”, al igual que los digitales. Hace poco abríamos con la noticia del día y ésa era la acusación de acoso a Plácido Domingo y nosotros no tenemos menos derecho que otro medio a tratarla.
En “Sálvame” se han cometido excesos, pero es que es mucho tiempo… Los colaboradores son muy generosos. Se entregan en cuerpo y alma, discuten, exponen sus vidas y todo el mundo es consciente de sus filias y sus fobias. Podría ser más suave, pero… ¿sería de verdad?”
-¿Y está bien que las noticias, en una emisión con tanta trascendencia, las desarrollen personas que no son periodistas pero actúan como tales?
-En “Sálvame” convivimos periodistas con quienes no lo son pero que sí llevan mucho informando, en televisión y haciendo entretenimiento. Tenemos nuestras fricciones y nuestras diferencias, pero el fin es el mismo: que en las cuatro horas que estamos en directo, los espectadores se queden. Unas veces porque damos noticias, otras porque bailamos y otras porque tienen un día malísimo y con “Sálvame” se les olvidan sus problemas. Queremos poner etiquetas a todo, pero, si en “Sálvame” hemos conseguido algo es ser incatalogables. Llevamos diez años y en agosto hemos hecho audiencias estratosféricas. Lo mismo no es para ponernos un monumento en Madrid, pero cuando se denuesta el programa a mí me duele porque se denuesta a quien lo ve. He hecho campañas electorales y otro tipo de contenidos, pero no considero que seguir a un candidato de un partido sea un periodismo más puro o mejor que lo nuestro. ¿Por qué tiene que haber espectadores de primera y de segunda? Es vergonzoso y una falta de respeto. Yo vivo en una zona residencial de Madrid y, aunque hay muchos vecinos muy agradables, también están los que te comentan: “Tu programa no lo veo”. Y empiezas a charlar y te das cuenta de que sí. Aunque sea por estadística, con cuatro horas diarias en diez años, en algún instante, haciendo zapping, has terminado ahí… Son postureos absurdos.
-Quienes dan la cara en “Sálvame” se quejan de que es un producto muy difícil… ¿Qué es lo mejor y lo peor?
-Para empezar es diario, con el consiguiente desgaste de los que aparecen y de los que están detrás. Los primeros están muy expuestos. Fíjate que las revistas del corazón suelen llevar ya todas las semanas en portada a colaboradores de “Sálvame”. Obviamente eso es fruto de un interés.
-¿Y no se podría hacer todo un poco más suave?
-Seguro. En “Sálvame” se han cometido excesos, pero es que es mucho tiempo… Los colaboradores son muy generosos. Comparten sus miedos, sus penas, sus alegrías… y la audiencia eso lo premia. Se entregan en cuerpo y alma, discuten, exponen sus vidas y todo el mundo es consciente de sus filias y sus fobias. Podría ser más suave, pero… ¿sería de verdad? También te diré que el tono del principio no es el de ahora. Ha evolucionado, se ha adaptado, se ha reinventado… Lo más importante y lo mejor de “Sálvame” es que es un formato sano. Ha tenido ocho presentadores, cinco directores que se han intercambiado, colaboradores que entran y salen… y sigue funcionando. Hemos encontrado la fórmula de la Coca Cola en televisión. Cuando Jorge Javier volvió de su ictus reflexionó de lo mal que se habla en las facultades de comunicación de “Sálvame” y se preguntaba: “¿De verdad hay profesores tan miopes como para no darle su sitio a un espacio que ha revolucionado la televisión en España? A mí me llaman muchos estudiantes de periodismo reconociendo que les encantaría estar en un programa del corazón pero que no lo pueden contar porque los tratarían como apestados.
-¿Qué otros formatos te gustaría presentar?
-¡Uf! ¡Tantos! Todo lo que he probado me ha gustado. Me encanta lo que tiene carácter periodístico, pero también un “reality” o un concurso. Cualquier programa que me estimulase y con el que aprendiese, me encantaría hacerlo.
