Nos ha tocado vivir una época en la que, como no hay un objetivo definido que dé sentido a nuestra existencia (ni familiar, ni político, ni religioso), se reivindica constantemente eso de luchar por lograr nuestros sueños. Vamos que hasta los anuncios de “Coca Cola” hablan del valor de perseguir aquello en lo que uno cree sin hacernos caer en la cuenta de que, mientras tenemos la mente ocupada con dichas metas, nos olvidamos de disfrutar de veras lo que nos rodea. Porque bien es sabido que la felicidad no está en la meta sino en el camino y que, como afirmaba Santa Teresa, “hay más lágrimas derramadas por los bienes concedidos que por los que no lo han sido.

Pero bueno, sea como sea, a falta de pan no está mal sentirnos motivados por algo como, en el caso de Marta Sánchez, hacer carrera en América. La cantante, que ya lo intentó allende los mares cuando lo dejó con Olé Olé y se echó el novio que tuvo del grupo “Durán Durán”, ha vuelto en esta ocasión a Miami para intentar echar raíces allí lanzando, para empezar, su nuevo álbum, “21 días”, compuesto junto a su pareja, Daniel Terán.

Descontenta con su etapa como “sex symbol”, dispuesta a empezar de cero a sus casi cincuenta, lo suyo, nos guste más o menos, es un claro caso de que nunca es tarde y de que, tanto en el amor como en lo profesional, el riesgo merece la pena. Lo mismo no le sale bien pero al menos lo habrá intentado y con eso, al menos para mí, es suficiente. Ojalá me atreviera a seguir su ejemplo.