La pareja celebra hoy su séptimo aniversario de la boda civil que unió el destino de la pareja.

Por Ricardo Castillejo

“Uno de los días más importantes de mi vida” o “Me casé con la dueña de cada latido de mi corazón” son algunas de las frases con las que Fran Rivera ha recordado su boda civil con Lourdes Montes quien, para su marido, solo tiene palabras como éstas: “Eres el hombre más maravilloso del mundo, el mejor padre, el mejor compañero”. 

Y es que está claro que este madrileño de corazón sevillano y su mujer, nacida en la capital hispalense hace 36 años -él es una década mayor que ella-, se entienden a la perfección y han encontrado el uno en el otro esa llama del amor verdadero que, más tarde -cuando el torero logró la nulidad matrimonial de su primera esposa, Eugenia Martínez de Irujo-, les llevó a pasar por el altar para unir sus destinos para siempre.

Cayetana, la hija del diestro, fue la madrina de aquel enlace civil que tuvo lugar en Ronda un 14 de septiembre a mediodía y ante más de 300 invitados que acudieron a la finca que Rivera posee en dicha localidad. La novia selló su compromiso con un minifaldero vestido blanco, confesando por aquel entonces que desde pequeña había soñado con que llegara ese momento. Algo recelosa al principio, por la fama de mujeriego de Fran, la sobrina de José Manuel Soto terminó cediendo a la insistencia de un hombre que el paso del tiempo ha demostrado no se equivocaba cuando, nada más verla, supo que ella sería la persona con la que terminaría pasando el resto de sus días y que, por ahora, le daría dos nuevos hijos: Carmen y Curro.

Instalados en Sevilla, ciudad en la que Francisco tiene negocios como el del Mercado del Barranco, nuestros protagonistas son amantes de las tradiciones locales como la Semana Santa o la Feria, disfrutando de uno de los lugares más mágicos de España, cuna de un amor que no parece tener final.