El diseñador ha conseguido en poco tiempo desfilar para certámenes como SIMOF, SiQ o Code41, evolucionando en su trabajo como profesional sin perder su propio sello
Tiene 40 años y lleva más de media vida en el oficio de la peluquería, aunque desde siempre le apasionó la costura hasta que, hace unos diez años, se lanzó a dedicarse profesionalmente a ello. Especializado en moda flamenca al principio -pues era lo que realmente le llenaba-, decidió integrar en el mismo local donde tiene su negocio en Alcalá de Guadaira también su taller, fusionando sus dos grandes pasiones en un mismo espacio y alternando el coser y el peinar.
-¿Qué es lo que realmente te hace lanzarte a la moda?
-La crisis económica jugó un papel fundamental en esa decisión, ya que, al tener más tiempo libre en la peluquería, empecé a investigar y a hacer cursos de corte y confección para principiantes. Además, comencé a hacerle trajes de flamenca a mi sobrina para ir practicando, aunque, en realidad, no tenía mucha idea. Los diseñaba y, sobre su propio cuerpo, iba arreglándoselos, ya que el patrón ni siquiera estaba bien hecho. Mi primera formación más reglada fue en la Escuela Sevilla de Moda, hace como siete u ocho años. Me gustó tanto la experiencia que me inscribí directamente al Certamen de Diseñadores Nóveles de SIMOF. No se ti tuve buena o mala suerte con que me cogieran, ya que, de repente, pensé: ¿cómo hago yo diez modelos sin saber coser? (risas).
-Un verdadero reto sin duda…
-Es que, encima, lo hice yo solo, sin ayuda de nadie. Para ello me apunté a otro curso, esta vez de ilustración de moda, y sí que recibí apoyo por parte de mi profesora con los patrones (aunque, a la hora de ejecutar las piezas, fue cosa mía).
-¿Y de qué forma compaginas tus dos profesiones en el mismo local?
-Es bastante locura, la verdad. Cuando tengo muchos encargos de costura me levanto a las cinco y media o seis de la mañana, me voy a la peluquería y me pongo a coser hasta que, a las nueve y media, abro al público. Si hay mucha clientela, peino y si no, dejo atendiendo a una chica que está conmigo y me vuelvo a coser. Es un entrar y salir constante, pues además continúo por la tarde. Todo el día sin parar.
-¿Se ha notado la crisis económica también en la moda?
-Personalmente, como empecé poco a poco y he ido fidelizando a más clientas, no lo he notado tan fuerte como quizás otras firmas. Además, yo no produzco mucho para vender. Voy siempre a medida.
-¿Qué estilo ofreces?
-Mi sello personal son cortes sencillos con algún toque diferente, como alguna manga o volante, pero algo casi para cualquiera. Aunque se viene con una idea en la cabeza sobre lo que se quiere, después hay que saber aconsejar sobre qué es lo que puede sentar mejor, adaptando eso que me traen normalmente en foto, y añadiendo o quitando cosas.
-¿Cuál considerarías que es tu prototipo de clienta?
-Creo que no tengo uno en concreto, ya que me adapto muy bien a cualquier tipo de persona. Podemos encontrar diferentes tipos de cuerpo y mi labor está en potenciar lo mejor que tiene cada uno y disimular los defectos más evidentes. Claro que si me viene una chica con un estilo “punky” aceptaría el reto, aunque se saliera de mi línea. Recientemente le he hecho un encargo a Carmen Hierbabuena con estilo ochentero, grandes hombreras… y si lo ves reconoces que es mío, aunque se amolde a su personalidad.
-¿Consideras a las influencers intrusistas en el diseño?
-La verdad que no, ya que si lo hacen es porque, aunque sea algo, les apasiona también esto. Eso sí, para muchas de ellas es posible gracias a un equipo que pueden permitirse y a que, al tener tantos seguidores, cualquier proyecto en el que se embarquen va a tener una repercusión mucho mayor que lo que haga yo. Sea como sea, quienes te juzgan finalmente son tus clientas, así que estoy tranquilo en ese sentido.
-¿Desde qué perspectiva contemplas tú la moda?
-Soy muy consciente de la realidad en la que vivimos, donde lo que vemos en una revista o en la pasarela no tiene cabida. Es por eso que adapto normalmente las tendencias de cada temporada a cada fisonomía. Hay que saber diferenciar lo que es pura moda a lo que es vestirse para el diario.
-Has participado en distintos desfiles… ¿Das ahí rienda suelta a tu creatividad?
-Suelo seguir en mi misma línea de sencillez. Las exageraciones no me representan, aunque aprovecho que tengo modelos a mi disposición y quizás aumento un poco algún volumen, algún detalle algo más destacado… pero suelo mantener mi esencia y, esas mismas propuestas de pasarela, se los puedo poner igual a una mujer normal de la calle.
-¿Tu próxima meta cómo creador?
-No tengo mucha ambición en ese sentido. Disfruto mucho cosiendo y es una forma de evadirme… Obviamente me gustaría hacer más pases y demás, pero hay que invertir muchísimo para que luego esa colección se quede sin vender por la talla que se usa para ellos. Claro que luego se pueden usar para cederlos a famosas, como el caso de Eva González, que me contactó para la Feria. O como cuando ahora he podido vestir a Laura Sánchez para Sevilla Magazine, que me hizo mucha ilusión.
-Y de la nueva generación de diseñadores de la ciudad, ¿qué piensas?
-Cuando contemplo la obra de estos jóvenes, tan extravagante y alocada, me parece que está bien si es lo que ellos sienten. Buscan llamar la atención y esta vía es una forma rápida, aunque luego eso no se venda ni nada. Por mi parte, no tengo problemas en ayudar a todo el que me lo pida cediendo mis diseños para editoriales de estudiantes, incluso ayudándoles con la peluquería y el maquillaje.
GUILLERMO RAMÍREZ
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