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MÚSICA,

Ismael Serrano: “Es probable que me pase factura hablar de política pero habría que naturalizar poder hacerlo sin que sucediera nada”

3 junio, 2021

El cantautor madrileño presenta “Seremos”, álbum inédito en el que ha contado con otras voces como Pablo Alborán, Clara Alvarado o Litus y que demuestra que, la música de calidad, sigue conservando un lugar destacado entre las preferencias del público

Ricardo Castillejo

Apenas sale en televisión, ni va a eventos, ni ocupa portadas de revistas del corazón. Sin embargo, Ismael Serrano es un referente indiscutible de nuestra música que vende miles de discos, llena teatros y que, incluso en redes sociales, atesora cientos de miles de seguidores. Rebelde con causas muy concretas, el madrileño no tiene inconveniente en posicionarse políticamente, realizando las críticas que considera pertinentes y asumiendo los riesgos que, de ello, pudieran venir. A sus 47 años, este Piscis padre de una hija llamada Lila, nos recibe desde su tierra para abrirnos las puertas de su profesión… y de su vida.

-“Seremos” es el resultado de la inspiración obligada del confinamiento, ¿no?

-Sí. El confinamiento nos forzó a que hiciéramos un ejercicio de introspección y que nos preguntáramos qué cojones estábamos haciendo, y queríamos hacer, con nuestra vida. La incertidumbre provocó un viaje interior y, en mi caso, buscar vínculos con esa parte que había quedado congelada en el tiempo y que, poco a poco, vamos recuperando. Es una necesidad de levantar la mirada y hablar de futuro y hacer planes…

-¿Qué es lo mejor y lo peor que está dejando en ti esta pandemia?

-Yo creo que arrastramos un trauma, como sociedad, del que aún no somos conscientes. Nos falta perspectiva para saber qué marca y qué aprendizaje nos ha dejado. Sí que la única forma es que salgamos todos juntos. Occidente, África, Asia… Quizás hemos descubierto que tenemos vecinos, que nos podemos ayudar… Ha habido actos de heroicidad en lo cotidiano que te reconcilian con el mundo. Lo malo es el ruido, el miedo, que genera desconfianza, esa sensación aterradora de caos permanente que muchos han utilizado políticamente. Alimentar ese miedo hace que florezca lo peor de nosotros.

-¿El cantautor sufre más que otros músicos?

-No sé si sufre más pero sí que tiene menos herramientas. Tiene una cierta discapacidad para afrontar la pérdida. Sentimental, de la juventud, del paso del tiempo… Buscas en la música una terapia porque lo vives de una forma muy traumática.

“Me parece genial que la gente perree pero hay mensajes ahí que son perniciosos y en los que sobrevuelan mensajes machismo y sexismo”

-Entonces, siendo cantautor y Piscis, rematadamente sufridor, ¿no?

-(Sonríe) Serrat, en “Esos locos bajitos”, dice “A menudo los hijos se nos parecen, así nos dan la primera satisfacción”. Lo único que deseo es que mi niña no se parezca a mí en ese sentido. Ojalá herede la fortaleza y el buen carácter de mi mujer, de Jimena, mejor que el mío.

-¿Has conseguido, como Machado, aquello de ser “un hombre bueno”?

-Ése es el reto, y lo que uno se pregunta. Trato de serlo, a la manera de Machado, pero también trato de amigarme con mi parte difícil y mis contradicciones. Me equivoco y no pretendo ser un ejemplo de santidad, aunque intento no rendirme y ser honesto, coherente y fiel a ser mí mismo.

-En nuestro presente tú eres cantautor a la vez que lo puedan ser otros como Kiko Rivera…

-Lo bonito de la música es la pluralidad y que haya instantes para la reflexión y para la evasión. La cuestión es que, a veces, los productos de usar y tirar tienen más oportunidad de difusión que otros y existe una competencia desigual ante la que no puedes hacer nada. Sí que las redes sociales han ampliado las ventanas para llegar, pero no es tan sencillo. El problema es que se imponga hegemónicamente una forma de ver la música que tiene que ver con el escapismo permanente.

-Pero a ti, que cuidas tanto tus letras, un “…a mí me gustan mayores”, ¿te provoca urticaria? Porque puede ser lo que le llegue a tu hija…

-Claro. Ella de repente canta cosas que no sé de dónde salen. La primera vez que escuché “Despacito” fue a través de mi niña, cuando tenía cinco años. Me parece genial que, siempre con respeto, la gente se libere, se entregue al hedonismo, se bese, folle, perree, porque no es cuestión de puritanismo, pero hay mensajes ahí que son perniciosos y en los que sobrevuelan mensajes machismo y sexismo.

-Ismael, sin una exposición mediática grande, ¿cuál es el secreto para seguir ahí?

-Son más de veinte años de trabajo continuado y el acompañarse es muy bonito. Si esperas que tu público te sea fiel, lo más sensato es ser fiel a ti mismo. Me gusta la sensación de haber crecido con quienes me siguen y de compartir cuando te enamoras, te rompen el corazón, te separas, te vuelves a casar… Hay que corresponder cuidando a los que te cuidan, encontrar la poesía en lo cotidiano y es lo que yo he intentado hacer. No sé si es el secreto.

-Hablando del día a día, en las redes muchos suben fotografías de su ámbito familiar pero no es tu caso…

-Me he dado cuenta que las imágenes que tienen más likes es cuando he compartido algo en ese sentido pero no estoy dispuesto a renunciar a mi privacidad. El rostro de mi hija no sale nunca porque es ella la que tiene que decidir, cuando sea mayor, si lo quiere hacer o no. No somos conscientes de las renuncias que supone exponer absolutamente todo de nuestra vida en las redes (y que, tarde o temprano, se terminan pagando). En mi caso, las uso para comunicarme con mi público y, el twitter en concreto, para cuestiones políticas.

“La izquierda tiene que preguntarse por qué el electorado no se siente ilusionado y conmovido con su mensaje y por qué éste no ha llegado a calar”

-¿Has pasado, en tu trayectoria, por aros por los que no has querido pasar?

-No. Nunca he hecho concesiones en esa línea y, además, cuando has labrado una imagen concreta, saben el juego que das. Siempre se me ha tratado con respeto y también es cierto que hay lugares en los que no pinto nada. Al final lo que cuenta es que intereses más profesional que personalmente.

-A propósito, ¿qué te han parecido los resultados electorales de tu tierra, Madrid?

-Estamos muy cansados y queremos recuperar nuestra vida, aun cuando nos mientan. Si un político dice “Vamos a vivir como si no existiera la pandemia”, te agarras ahí porque quieres superar el momento dramático y quieres avanzar. Como tipo de izquierdas ha sido un palo para mí y la izquierda tiene que preguntarse por qué el electorado no se siente ilusionado y conmovido con su mensaje y por qué éste no ha llegado a calar. Los medios, como Ana Rosa, han hecho sus campañas y eso influye, pero es difícil hacer un análisis de lo que ha pasado en Madrid.

-¿No te da miedo exponer tan claramente tus ideas políticas?

-Sí me da miedo porque pienso si me pasará factura, y es probable que me la pase, pero es que siempre lo he hecho. Habría que naturalizar poder hablar de política sin que sucediera nada. Que Nacho Cano dijera que le encanta Ayuso sin que me influya para escuchar sus discos. Estamos trasladando los insultos de Twitter al debate político. Claro que está la línea del fascismo, la xenofobia, la homofobia… y ahí me tendrías enfrente, pero, de no ser así, habría que normalizar el debate.

Ricardo Castillejo

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