Recordamos la crónica sobre el desfile de Uniqo Qlamenco, organizado por la Asociación de Diseñadores y Empresarios de Moda y Artesanía Flamenca, Qlamenco, y donde se reivindicó la moda flamenca más exclusiva
Por Iván Alcázar
Uniqo Qlamenco es un desfile de moda flamenca en el que, los 16 integrantes de la asociación Qlamenco -la cual reivindica principalmente la exclusividad y la artesanía-, presentan una serie de diseños en los que dejan volar su imaginación como creadores hacia la Alta Costura y el lado más artesano de su profesión. El plato fuerte tuvo lugar cuando, la semana pasada, el hall del Hotel Colón se transformó en una pasarela donde, en muchas ocasiones, se hizo la magia.
Allí, intentando reproducir el espíritu de las reducidas presentaciones en la época dorada del diseño parisino, el espacio se inundó de volantes con una dinámica bastante original: las modelos iban bajando por la señorial escalera del recinto, posaban para la prensa y se lucían ante los asistentes, sentados en el centro del vestíbulo. Los 16 profesionales que integran Qlamenco se la jugaban a una sola carta para mostrar su talento, siendo Adelina Infante la encargada de abrir, con un traje en tonos nude y aferrándose a la tendencia de las faldas con mucho vuelo que ya lleva instaurada dos temporadas (en el que la manga abullonada, tan recurrida esta temporada, estaba también presente). Sorprendiendo con una de las propuestas más innovadoras de la noche, Agustín Roiz mostró elegancia apostando por un pantalón de flecos y mucho volumen en la parte superior, incluyendo guiños flamencos como las rosas por todo el “look”.
Ana Morón se inclinó más hacia la sencillez, con un tejido blanco estampado con atención en el hombro, y recurriendo también al vuelo en la falda. La inspiración torera estaba muy presente en Antonio Gutiérrez, que combinó la forma de la chaquetilla en la parte superior con detalles de claveles repartidos por todo el cuerpo. Además, la tela perforada otorgaba un aspecto más urbano al vestido. Atelier Rima presentó un dos piezas de volante canastero y, agarrándose a una combinación de colores clásica -pero segura-, destacó mucho en las flores y complemento.
Sea como sea, si tenemos que elegir a alguien que despuntara por su originalidad, ese fue Benjamín Bulnes. Acercándose más a la moda internacional que a la flamenca, se desmarcó del resto ante la incredulidad del público. A pesar del gran volumen, acentuó perfectamente la cintura y las piernas, donde las medias en rojo concedían el toque de color necesario.
Directamente de las Islas Griegas llegaba la idea de Carmen Vega, tal y como se mostraba con el paisaje estampado del mantón que, en tonos azules, naranjas y blancos, fue sin duda su punto más llamativo. Por su parte, la silueta femenina fue la protagonista de Francisco Tamaral quien, con un color llamativo en exceso, nos demostró que la asimetría y los volúmenes son su fuerte, siendo protagonista el detalle del gorro cordobés. Con la elegancia que le caracteriza, Javier García ofreció volumen con mangas, volantes y hombros en una combinación de blanco y negro para una silueta muy definida con complementos sobrios.
Uno de los más extravagantes sin duda, gracias al uso de sus complementos, fue José Galván, transportándonos a un espacio rural con la paja usada de su tocado, que contrastaba mucho con el corte sencillo y de amplio vuelo. Más allá, quizás el más tradicional y flamenco fue Juan Foronda, que se acogió a los elementos más comunes como flecos, bordados y volantes más clásicos, utilizando la infalible mezcla de rojo y beige. Su elemento más innovador fueron las mangas abullonadas y transparentes.
Loli Vera destacó por su estampado en escote y comienzo de la falda, además de por el uso de hombreras, tan en tendencia. Luis Fernández optó por el corto, con un aire nupcial en su asimetría que combinaba lazos, volúmenes y encajes y Miriam Galvín dejó a todos los asistentes sin palabras cuando su impresionante falda de clavel llena de volumen, que eclipsaba al resto del conjunto, aparecía en escena. Algo parecido a lo ocurrido con Pedro Béjar, el cual brilló por su sobriedad y sencillez, apuntando su detalle en el hombro y su color poco habitual. Para finalizar, Yolanda Rivas también sucumbió al rojo, usando lentejuelas en los detalles de un corte asimétrico con falda clásica y ligeros toques de volumen.
¿Conclusión? Mucho vuelo en las faldas, los blancos y tonos más suaves, ciertos volúmenes y el austero uso de complementos, unido a sencillos maquillajes y peinado para contrarrestar tanto barroquismo. Líneas de unos maestros que, vayan donde vayan, marcan la pauta.