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SOCIEDAD,

Lolita “A mis 56 años tengo más morbo que una de 20”

12 octubre, 2014

Colometa” se llama el personaje que constituye el nuevo reto de Lolita Flores quien, en la sala pequeña del madrileño Teatro Español, se encuentra inmersa en la representación de este monólogo titulado “La plaza del diamante”. Ahí da vida a una señora que mira con ojos de niña a un mundo donde se encuentra perdida y que, gracias a la artista, adquiere una dimensión real que no puede sino emocionar a los espectadores que, noche tras noche, cuelgan en dicho espacio el cartel de “no hay localidades”.

Ricardo Castillejo

Foto: Sergio Parra

Foto: Sergio Parra

-Creo que, en principio, no quería aceptar este papel…

-Es que es un personaje muy complicado. Para empezar se trata de un monólogo de veintiuna páginas con una forma de hablar muy especial, con visos de poesía… Una historia donde te toca tragar agua. Era una lotería para una actriz con experiencia y talla que supongo me tenía que tocar. Me llamó Serrat y me dijo: “¡Hazlo!”. En realidad, todo el mundo a quien se lo comentaba me animaba a aceptarla.

-¿Cuál es su método a la hora de preparar una interpretación?

-Visceral. Lo paso por el estómago, por el hígado, por el corazón y el alma hasta que me pongo en la piel de quien me toque. Aunque no sean vivencias propias, ¿quién no ha tenido alguna vez arrebatos de desesperación y, cuando te has levantado, lo has visto mejor? Somos un “revoltillo” de cosas.

-¿Se lleva el drama a casa?

-No. Lo dejo guardado hasta mañana. Las canas que tengo es por “Columeta” pero, en noviembre cuando termine, me las quitaré.

-A la vez compagina el teatro con la televisión, donde forma parte del equipo de “Amigas y conocidas”… ¿Qué tal el proyecto?

-Entretenido. Ahí eres tú. Hablas con tu voz y dices lo que sientes y opinas. Si hay un tema que no se pueda tocar, no se toca pero, los que sí se tratan, se hace desde la libertad completa. Lo único que debemos tener cuidado es, por el horario, con el lenguaje.

-Se ha quejado de que, con 56 años, no hay trabajo para usted…

-Me llaman poco y entiendo que, cuando lo hacen, no es por el físico. No tengo sesenta años ni estoy “chapada a la antigua” y jamás me he tomado una “raya” de cocaína. Tampoco he vivido en una familia desestructurada. He trabajado por los míos. Solamente. Parece que de cincuenta para arriba no das morbo y yo pienso que sí. Incluso más que una de veinte.

-Además un físico natural, ¿verdad?

-Todavía no me he metido en un quirófano. Estoy bastante bien para mi edad y lo que quisiera es seguir envejeciendo dignamente. Y teniendo salud, claro. No sé si me pondré bótox pero, de momento, no lo necesito. Aparte, ¿de qué te vale una cara muy estirada y no poderte levantar de una silla? Doy gracias por la juventud y la fuerza que me acompaña.

-En la época de la mujer que interpreta en esta función se sufría mucho por amor… ¿Hoy también?

-Ellas estaban educadas para servir al marido pero una relación de pareja tiene que basarse en el cariño y el respeto mutuo. El amor dura lo que dura pero luego queda el compañerismo porque el otro “amor”, el de no vivir, es una tortura. Con 40 o 50 años (edad con la que me enamoré de mi actual marido), eso no pasa. No es la angustia de cuando te gustaba el niño de la clase y no te miraba. Eso, en una cierta etapa, es imposible porque el amor es una combinación de todo (incluyendo el sexo mientras se pueda).

-¿Se considera una persona moderna?

-Depende. La modernidad no está reñida ni con el respeto, ni con la falta de educación.

Foto: Sergio Parra

Foto: Sergio Parra

-¿Le gusta que sus hijos hayan decidido seguir sus pasos?

-A mí sí. Si es lo que han elegido y les hace felices, ¿quién soy yo para negarme? Si le pegan un palo ahí estaré para ayudarlos y si no, bendito sea Dios. En mi casa no somos mucho de consejos. Hablamos y tenemos división de opiniones. Cuando no me hacen caso, y les pasa lo que sea, luego me reconocen que llevaba razón pero también mi Elena me ha llegado a tratar como si ella fuera la madre (risas).

-¿Es difícil asimilar una existencia tan expuesta al público como la suya?

-He nacido así. Soy la hija de Lola Flores desde que me parió y no sé lo que es ser anónima ni vivir en el anonimato.

-Muchos buscan hoy día la fama como profesión…

-Pues puedes ser famoso por algo: por un programa, por una película, porque le caes bien a alguien… No me gusta juzgar a nadie porque no me gusta que me juzguen a mí.

-¿Tiene alguna “espinita” profesional? ¿Piensa que, por su cuna, se le ha valorado menos (o se lo han puesto más difícil)?

-No. Con las espinas no se puede estar y yo tengo muchas “flores” en mi apellido. No me puedo quejar. He hecho casi de todo. Lo que pasa es que todo llega cuando llega. Los artistas somos afortunados. En general, nos acostamos y nos levantamos tarde, no tenemos jefe ni taquilla en la que fichar…

-¿Qué hay más allá de los escenarios en su caso?

-Familia y amigos. Hijos, marido, hermana… Soy ama de casa total. Me gusta ir al mercado, cocinar… No hago “suflés” ni nada de eso pero sí que se me da bien lo del diario. De hecho, mis hijos me animan a poner un restaurante… (risas).

 

Ricardo Castillejo

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