El otro día vi con atención el programa “El hormiguero”. Siempre he creído que en general podían sacarles más jugo periodístico a los personajes que llevan pero, sea como sea, me gusta. Es espectáculo y la televisión fundamentalmente tiene que entretener. Además estaba el añadido de la presencia de Mariló Montero, de cuyas palabras saqué un par de reflexiones que quiero compartir con vosotros.
Primero. ¿Por qué algunos compañeros de profesión son tan malos? ¿Por qué hay quien se dedica a insultar y malmeter en lugar de preocuparse de sus asuntos y, sobre todo, de ejercer correctamente un oficio tan noble como es el periodismo? Tiene razón la presentadora en que hay una especial saña contra ella por parte de ciertos sectores y yo, que también he sufrido las consecuencias de la envidia –origen esencial de todo eso-, reivindico que, por favor, seamos más “buena gente”. Todo sería mucho más fácil y se haría menos daño gratuito.
Segundo. A Mariló le seduce la muerte. Y la entiendo. Cuando has alcanzado metas vitales y has tenido experiencias muy bonitas –y muy feas también- y lo has vivido todo intensamente, cierto es que, en ocasiones, ya no tienes ganas de seguir. Además, conforme más se conoce lo miserable que puede llegar a ser el ser humano, menos ánimos te quedan de compartir con él según qué cosas.
No es una mujer perfecta, ni creo que pretenda eso. “La” Montero es una persona reflexiva y con inquietudes y eso, en España, parece que molesta. ¡Vaya faena!