La periodista ha presentado esta semana en Sevilla su novela, “Luisa y los espejos”, con la que ganó en nuestra ciudad el Premio Fernando Lara de este año

Ricardo Castillejo

Es una mujer con las ideas claras y con una asombrosa energía bajo la que es capaz de cumplir con sus compromisos como periodista, escritora, madre de tres hijos y esposa de su marido, Luis Martín de Bustamante. Una “todoterreno” que, además, se confiesa una lectora empedernida y, más allá, una amante de esa vida a la que intenta exprimir hasta el último minuto. Marta Robles, que cuenta con más de 25 premios en su trayectoria, ha pasado esta semana por Sevilla cumpliendo con la promoción de su novela, “Luisa y los espejos”, con un argumento a medio camino entre la histórica marquesa Luisa Casati –famosa por algunas excentricidades como la de ser de los tres personajes más pintados de la historia-, y el personaje actual Luisa Aldazábal.

-¿Cómo ha valorado el recibir el Fernando Lara por esta novela?

-Imagínate. He venido muchas veces a Sevilla como periodista y como autora de mis libros anteriores y, en este caso, sabía que estaba entre los diez primeros con lo que tenía muchos nervios y emoción. A pesar de que todos los premios que me han dado son válidos e importantes para mí, ninguno es como el Lara.

-Porque lo de escribir ha sido una constante en su vida, ¿no?

-De hecho mi vocación de siempre ha sido escritora. Cuando decidí estudiar periodismo es porque me decían que se me daba bien contar historias y, al final, soy periodista y escritora por igual. Llevo desde el 91 publicando y “Luisa y los espejos” es mi noveno libro. No es algo improvisado ni de ayer. Para esta novela, por ejemplo, he necesitado dedicarle cinco horas al día.

-Entonces, ¿hay diferencia entre la Marta escritora y periodista?

-No sabría qué decirte. Es como si me preguntas si hay diferencias entre la madre y la amiga. Soy tanto una cosa como otra porque son parcelas de mi personalidad. Contengo multitudes, como afirmaba Walt Whitman.

-Es muy interesante el personaje de Luisa Casati… ¿De qué forma llegó a él?

-Me encargaron un relato sobre el mito de Don Juan y lo ubiqué en Venecia. Indagué, apareció y me fascinó. Estuve un año recabando información sobre ella. Era muy tímida pero superó esa timidez para convertirse en una obra de arte viviente. Musa y mecenas de artistas llevó una vida plena. Fue paradigma de la moda, un espectáculo en sí misma y excepcionalmente libre. Sea como sea, no me parezco ni a ella, ni a Luisa Aldazábal, la otra protagonista. Lo único es que a las tres nos gusta el arte y tenemos una gran pasión por vivir.

-Lo que no sé es cómo lo hace para llevarlo todo adelante…

-Formo equipo con mi marido y, cuando no llegamos, nos adaptamos. Aquí, como no hay horarios, se hace lo que se puede y así somos felices. A mí me dejas en un charco y disfruto. En lo profesional no quiero recortar parcelas porque no hay satisfacción pequeña.

-¿Qué tal ve el periodismo?

-Mal, gracias. Como todo. Los periodistas tenemos una extraña obsesión de mirarnos el ombligo y creer que lo que nos pasa es distinto al resto de la humanidad pero no somos sino su reflejo. Estamos en un cambio de era y el sistema ha llegado a su fin pero yo soy optimista y vendrán mejores tiempos para los que acepten que el mundo es distinto. No tengo una bola de cristal, con lo que desconozco qué pasará pero está claro que se van a producir cambios a los que hay que adaptarnos.