La artista visita el Cartuja Center, este viernes 6 de marzo, para presentar “Más cerca”, nuevo espectáculo y nuevo disco que la siguen señalando como una de nuestras voces veteranas de referencia

Por Ricardo Castillejo

Son más de cuatro décadas sobre los escenarios cantando y actuando por todo el mundo. Una gran experiencia construida sobre una calidad y perfeccionamiento que, aún manteniéndose, en este momento vital no cuentan tanto como el sentimiento que pone Paloma San Basilio cada vez que se sube a un escenario. Con raíces sevillanas en su infancia, la madrileña vuelve a la que también es su tierra para ofrecer un “lienzo”, según sus palabras, con determinados momentos de su vida y, eso sí, mirando de tú a tú a un público junto al que, ella misma reconoce, no sabe cuánto tiempo más estará… 

-Después de tantas etapas superadas, ¿cómo es la Paloma de la actualidad?

-Como digo en el tema de Ivana, mi hija, he recuperado esa esencia, lo que era cuando era una niña, que siempre ha ido conmigo, y que ahora la tengo mucho más en primer plano y conviviendo conmigo a diario. De hecho, me he comprado un triciclo para irme a la playa… Naranja, eso sí (risas). Soy una persona en una época con mis pensamientos, mis contradicciones… Se van los miedos -porque con el tiempo los vas dejando atrás y aceptas la incertidumbre-, asumes el presente y no tienes un pie forzado de futuro, sino que te dejas llevar. 

“La espinita que tengo es no haber podido llevar “Sunset Boulevard” a la península, pero, por lo demás, creo que he hecho lo más bonito que se podría haber hecho como actriz y cantante y que nunca soñé que llegaría a hacer”

-Cantante, actriz, pintora, escritora… ¿de qué faceta te sientes más orgullosa y con cuál tienes mayores sentimientos encontrados (si los hay)?

-Me siento orgullosa de haber podido integrarlas a todas ellas y haber hecho un “todo” compacto donde conviven a la vez. De mis cuadros cuento por qué están ahí, y, como yo he escrito los textos, de alguna forma, la escritora también está presente. Y la actriz, porque en el fondo es un pequeño musical… Tampoco puedo olvidar la voz, que es mi vehículo más importante y que, aunque en otros momentos haya estado al servicio de un personaje, ahora está al servicio de una historia. Cuando terminé aquel ciclo en 2014 y dije “¡ya!” fue porque había algunas zonas de mí que estaban totalmente encerradas, sin poder manifestarse y sin darles opción. Uno tiene que darse la oportunidad, en cualquier momento o etapa y sin importar la edad que tenga. Si hay algo que tienes dentro y que te dice “¡hazlo!”, escúchalo…

-¿Qué le debe el musical en España a Paloma San Basilio?

-Deber, deber…, no me debe nada. Lo que sí es cierto, es que, gracias a los proyectos que hice -y que fueron tan impactantes (sobre todo, “Evita” y “El hombre de la mancha”)-, el musical ha venido para quedarse. España ya no es un sitio donde surge la extrañeza del “¿eso qué es?”, sino que está llena de musicales. Chicos y chicas que aman esa faceta escénica, que a mí me parece la mejor, pueden trabajar en ellos. Para mí, el día que estrenamos en el Lope de Vega de Madrid “El hombre de la mancha”, marcó un antes y un después. Incluso vinieron chavales diecisiete y dieciocho años que nunca habían pisado un teatro. Vivíamos la fascinación por el musical y se abrió la idea de que era un buen negocio. Otro asunto es el nivel de exigencia, el pensar: “Esto hay que hacerlo, pero hay que hacerlo bien”. Entonces la calidad que se instaló en este género se convirtió en una escuela y me hace feliz haber creído en eso desde el principio. Aposté, por ejemplo, por “El hombre de la mancha” cuando casi nadie lo hacía porque soy una persona de fe. Cuando crees en algo -y ese algo no solamente funciona, sino que descubre un espacio para tantos que tienen miedos-, es un gustazo.

“Gracias a los proyectos que hice -y que fueron tan impactantes (sobre todo, “Evita” y “El hombre de la mancha”)-, el musical ha venido para quedarse”

-¿Tienes alguna espinita como, por ejemplo, el cine?

-No. Cada vez que voy a América me veo tres películas a la ida y tres a la vuelta y me encanta, pero lo que yo siento por el teatro no lo siento por el cine. O sea, a mí ya me pueden poner “Indiana Jones” -que es mi saga favorita-, que, si tengo delante a un actor o a una actriz en un escenario, aunque sea desnudo, me quedo con eso. Siempre he sido muy de teatro porque soy mucho de directos y no sé si sabría funcionar en un lenguaje distinto.  Me hubiera gustado intentarlo quizás, por curiosidad, pero estoy bien donde estoy. La espinita que tengo es no haber podido llevar “Sunset Boulevard” a la península, pero, por lo demás, creo que he hecho lo más bonito que se podría haber hecho como actriz y cantante y que nunca soñé que llegaría a hacer.

-Posiblemente eres la artista que más discos en directos tiene en nuestro país, con el riesgo que suponen estos… ¿Qué ha sido y es para ti tu voz y cómo la notas en relación al pasado?

-El directo para mí ha sido un medio natural. Yo he sacado muchos discos durante una época, pero mi patrimonio es la cantidad de espectadores que han venido a verme y todos los conciertos que he hecho por todo el mundo. Mi primer directo lo hice en el 78, ¡que manda narices!, y desde el principio he tenido esa sensación de que hay mucho por recopilar. La voz va evolucionando y va cambiando, evidentemente. Además, soy muy exigente y siempre he pensado que se puede mejorar y por ello he ido poco a poco tranquilizándome y dejando de ser una especie de auto juez duro conmigo misma, porque eso no sirve para nada. Lo importante no es la dificultad de las notas, sino que el mensaje que quieres transmitir llegue a emocionar a alguien. No siempre es el agudo sostenido, a veces es el medio-bajo, el grave o, incluso, el silencio. Todo eso me lo ha enseñado el teatro. Soy una cantante antes de hacer musicales y otra diferente, después. A partir de ahí ya incorporo toda mi labor como actriz y mi voz se ha ido modelando en esa dirección. Sí que la voz va cambiando, algunos registros desaparecen y otros van apareciendo, pero tienes que pulirla mucho para mantener una calidad que te permita seguir haciendo lo que te gusta. El problema, porque frustra, aparece cuando quieres alcanzar algo y no puedes. Para mí es esencial que la garganta esté colocada, si bien en la actualidad tengo un tono más sofisticado, porque, además, hablo mucho con la gente. No es lo mismo estar dos horas en esos tonos agudos que utilizaba antes y, encima, dando volteretas con el bailarín por arriba… (risas). Por eso, como es tan difícil, ya he dejado de hacerlo.