El ganador del programa “Número 1”, de la localidad de Coria del Río, lanza su primer disco, “1”, y se presenta, a sus veinte años recién cumplidos, como una alternativa al pop tradicional tras el que se esconde un joven con las ideas claras y la firme intención de quedarse en el mundo del espectáculo
Es tímido en el primer contacto pero, una vez coge confianza, Raúl Gómez se muestra como un joven educado y conversador que, por su madurez, suele congeniar más con gente mayor que con chavales de su edad. Sea como sea, su música suena tan actual como todos podemos comprobar en “1”, lanzamiento con el que se presenta ante el público tras un paso por televisión en el que, el de Coria del Río, supo ganarse el favor del jurado de “Número 1” y, en general, de los televidentes del programa.
-¿Ha podido intervenir en la confección de su álbum?
-Sí. Son tres temas del concurso, dos míos y, el resto, aunque me los propuso el productor yo los he cambiado musicalmente.
-Porque, la música, ¿qué es para usted?
-Sé que está un poco repetido pero es mi vida. Desde pequeño me ha acompañado. Mi madre se defiende con la guitarra y mi padre con la guitarra y percusión y me animaron a meterme en el conservatorio.
-¿Tal vez por proyectar en su hijo lo que ellos no pudieron?
-No. Me han apoyado pero, cuando he dicho “no”, también han cedido y me han respetado. Llevo once años estudiando música y quise dejarlo una temporada. Luego decidí continuar por mí mismo y no intervinieron en eso. Me apoyarían igual en otra profesión. En mi casa la economía no estaba del todo bien e hicimos un pacto: ellos me compraban un violín bueno y yo me comprometía a formarme.
-¿Por qué quiso dejar el conservatorio?
-Porque el sistema no es bueno. Si eres un artista con inquietudes, te cierra. Más que artistas, se crean alumnos. Lo veía todo muy técnico y necesitaba algo más.
-Y llegó “Número 1”…
-Ha sido un puente para alcanzar una compañía. Ésa era mi meta. Quería darme a conocer sin pasar por una academia sino desde la libertad.
-¿No le da miedo tener que dejar su vida y marcharse fuera?
-Siempre he viajado mucho. Hace tres años me fui solo a Estados Unidos. Cogía los trenes y lo que tuviera que hacer y me desenvolvía bien. Me encanta descubrir mundo. Por mí, cada año me iría a un país diferente.
-¿Tiene la sensación de estar corriendo demasiado?
-Veo que hay que tomar decisiones siendo joven. Mis padres, por ejemplo, con mi edad ya se habían casado. En dos años he madurado mucho y han cambiado muchas cosas en mí. Estoy feliz y esperando algo grandioso.
-En la madurez. No es que fuera un “niñato” pero, si en tu casa te dicen “ponte las pilas, o ahí tienes la puerta”, te espabilas.
-¿Qué tal la popularidad?
-Tienes que serlo para que sepan quién eres pero no es mi camino. Deseo que guste lo que hago, que piensen que soy diferente. Quiero cambiar el panorama musical español poco a poco. Que se entienda esto como cultura. Me considero un friki de la música.
-Es mánager suyo el hermano de Pastora Soler…
-Sí. Ella es fantástica. Ha pasado de la copla al pop internacional y continúa con ganas de aprender y avanzar. Voy a clases de perfeccionamiento vocal con Liliana Aracil, su misma profesora.
-¿Y de lo personal? ¿Qué puede contarnos?
-Poco. No quiero ser de esos que lo exhiben todo. Por ahora no hay nada. Estos primeros cinco años quiero dedicarlos a mi carrera y trabajar en mí. Llegará cuando toque y espero que sea alguien que me entienda como músico, que sea una persona divertida. En una palabra, que me quiera. Por mi parte, me comprometeré a darle mi amor y mi arte.
-Sí tiene una vinculación especial con Dios, ¿no?
-Es mi día a día. Me da fuerzas para seguir. Me levanto y atraigo lo positivo. Soy fan de la ley de la reacción. Tampoco voy predicando por la calle mis creencias. Eso se tiene que notar, como decía Mónica Naranjo, en la cara. Transmito amor y generosidad y todo iría mejor si fuéramos más amables.
-¿Se identifica con los chicos de su generación?
-La verdad es que desde pequeño he congeniado más con los mayores. Conozco a muchos de mi edad que no saben qué hacer. No piensan en su futuro lo suficiente. Están atascados y con decepción general aunque es lógico. El panorama no anima a más.
-¿Ha votado ya?
-Sí. No soy de grandes partidos. Prefiero algo más manejable, como grupos ecologistas.