A veces en la vida tomamos decisiones equivocadas a las que normalmente llegamos en un momento muy concreto de nuestro camino el cual, visto con distancia, pudo no ser para tan grave como aquel día pensamos. Pero bueno, son cosas que pasan –título de esta columna-, sobre las que solo el tiempo nos quita o nos da la razón. Esta semana, mientras me tomaba un té en un bar escuchaba (no hablaban especialmente bajo) la conversación de una pareja que tenía cerca y en la que ella le decía a él: “Lo nuestro ahora mismo es impensable. Parecemos un coche que se ha vendido por piezas y cada una está en un desguace en una punta del país”.
La verdad es que el ejemplo de la chica, que no podía ser más descriptivo, me produjo bastante tristeza y me llevó a pensar no cómo se llega ahí (que cada uno tendrá sus razones) sino, sobre todo, en la historia que acaba de publicarse sobre Phil Collins y su ex mujer quienes, ocho años después de separarse, vuelven a casarse. Una ruptura que a él le encerró en el alcohol al tiempo que ella no dejaba de pensar el que fuera su esposo… Pero no supieron hacerlo de otra manera.
Tal vez en esas circunstancias uno necesite, como en la película “Grease”, aprender a valorar lo que supone reconstruir un vehículo que, muy alejado de estar recién salido de la fábrica, pueda sorprendentemente ganar la carrera bajo el histórico grito de guerra de… “You´re the one that I want!”…