Isabel Preysler bate récords con su regreso a un plató de televisión, veinte años después de su última vez, causando revolución en todos los medios y plataformas sociales
Acudía vestida con un sencillo mono negro para presentar su firma de cosmética “My cream” y para conversar sobre temas tan diversos que son muchos los titulares que podrían sacarse de una intervención con una exigencia previa: sentarse en la silla de Pablo Motos. “¿Por qué te gusta más ese lado?, preguntaba el presentador. “Porque lo tengo mejor”, afirmaba Preysler con una sonrisa al tiempo que confesaba cómo se dio cuenta de este hecho cuando se separó de Julio Iglesias. “Me colocaba siempre en el lado malo. En todas las fotos que veía de esa época estaba pepona”, bromeó.
Era ésta una de sus primeras apariciones públicas tras el golpe que le supuso la muerte de su marido, Miguel Boyer, hace siete meses y sobre el que dijo que había sido el amor más importante que había tenido. Elegante y educada, como siempre, la “reina de corazones” volvía a su trono y lo aprovechaba para hablar de sus hijos y lo bien que se lo pasan cuando están los cinco juntos, sobre todo con las ocurrencias que tiene Tamara Falcó. “Con ella se tiran por los suelos de la risa… y como ve que le ríen las gracias, pues se crece y sigue”. De igual forma, Isabel refirió cómo Julio José y Enrique han seguido los pasos de su padre pero sin rivalidad entre ellos, a pesar de que el pequeño tenga más éxito.
Todo un referente de estilo a sus 65 años, “la” Preysler desveló algunos de sus secretos de belleza para estar así de radiante. “Jugaba al paddel, al golf, pero desde que me operaron de las cervicales he dejado el deporte. También hacía yoga pero lo he cambiado por gimnasia con un entrenador. Tomo vitamina B, C, D, E, colágeno, calcio, magnesio, Omega 3 y 6”. Sin ser muy estricta con la dieta, los viernes es su “día libre”, reuniéndose con sus amigas para ver peliculas y “comer sin parar”. “Tomamos hamburguesas, perritos calientes, patatas fritas, chocolate…Estamos todo el tiempo comiendo”, reconocía presumiendo de su genética. “Mucho mérito no tengo. Mi madre es así, lo he heredado y es una cosa genética. Tampoco estoy quieta nunca, pero no engordo, es verdad”.
La visita de Isabel logró congregar frente a la pequeña pantalla a 3.855.000 espectadores y un 19,4% de cuota de pantalla, convirtiéndose en la entrega más vista en la historia del programa.