Cierro los ojos y pienso en Antonia. Acuden a mi mente risas. Y pasión. Y ganas de crecer como persona. Libros por leer, músicas por escuchar, viajes por hacer. Una incansable luchadora con fuertes cimientos construidos en la humildad y la bondad.
Ésas son las imágenes que llevo grabadas de ella. La inolvidable “Agrado” de “Todo sobre mi madre”, de Pedro Almodóvar. La admirada Estela Reynolds de “La que se avecina”. La incansable protagonista de tantos y tantos monólogos y textos teatrales como “El cielo según San Juan”, proyecto que tiene en la actualidad entre manos y que, sobre todo, está representando en sus Islas Canarias.
Mientras, el resto del tiempo continúa aprendiendo, escribiendo, formándose, yendo a sus terapias de psicoanálisis (más de uno/a podían seguir su ejemplo), haciendo muchísimo ejercicio y disfrutando de cada minuto. Dice que ha ganado dos kilos y que está “muy gorda” pero yo la encuentro fantástica. Mejor que nunca. Y dice también que, aunque le envían muchas propuestas “deshonestas” por Instagram -donde tiene una actividad imparable con sus más de 190.000 seguidores-, lo que el cuerpo de verdad le pide es una relación de amor.
Porque en el fondo, Antonia San Juan es una romántica sin remedio. Como yo. Por eso sé que en alguna vida me casaré con ella. Si no lo hice ya. Somos dos almas viejas que el destino ha unido. Otro motivo más para celebrar la vida.