La madre de Jesulín de Ubrique relata en “Una nueva vida es posible” cómo, a sus 68 años, ha encontrado el equilibrio y la autoestima que, durante mucho tiempo, perdió a raíz de su fallido matrimonio con Humberto Janeiro
Ricardo Castillejo
Es una mujer nueva. Se le nota en la alegría que desprende, en las ganas de vivir que transmite y, cómo no, en esa figura que, a raíz de su participación en “Sálvame” –y del régimen y consejos especializados recibidos-, le ha hecho perder no solo quince kilos sino, sobre todo, complejos y frustraciones que, poco a poco, fueron apareciendo en su camino fruto de las infidelidades de su ex marido, Humberto Janeiro. Ahora, tras superar una depresión que la tuvo encerrada en sí misma muchos años, Carmen Bazán renace renovada tal y como nos ha contado en una entrevista exclusiva concedida a nuestra revista a raíz de la promoción en Sevilla de su libro, “Una nueva vida es posible”.
-Carmen, este texto, ¿es realmente obra suya?
-Bueno, en él se ha puesto lo que yo he ido hablando. Me propusieron hacer un plan en televisión, vi que me convenía y, a raíz de aquello, me llamó la editorial y me propuso esto. Yo no quise hablar de mi vida privada pero sí de cuando era joven, de mi familia, de cómo me hundí cuando me separé y me metí en un túnel diez años… De hecho, va dirigido a personas que han pasado, o pasan, una depresión profunda. La vida es muy bonita para estar hundida. Yo he ido batiendo los récords que me han ido poniendo en el programa y todo ha dado un giro de 180 grados. No quiero mirar atrás.
-¿Cómo entró en ese estado de tristeza del que habla?
-Pues a raíz de separarme. Se me vino el mundo encima y le cogí miedo a todo. Siempre he ido sola al extranjero, he tenido negocios y, con veinte años, era capaz de lo que fuera… Sin embargo, la ruptura me metió en aguas turbulentas. Estaba anulada por completo y eso que mis hijos y mi gente me apoyaba pero yo no escuchaba. No quería que nadie entrara en mi vida.
-¿Por qué esperó tanto tiempo para romper?
-En realidad me había dado cuanta mucho antes pero estaba “enganchada” o enamorada, llámale lo que quieras, y pensaba que no había otra persona. Me rompí de dolor y, al ser pública a través de mis hijos, me costó más reconocerlo todo. “Sálvame” ha sido un antes y un después. Me pusieron una profesora de gimnasio, una “coach”, fui al psicólogo… No sabía a qué me iba a enfrentar y me daba pánico pero luego fue como flotar en el agua.
-¿Merece la pena la fama?
-Nunca he querido ser famosa. Los que se jugaban su vida eran Jesús, primero, y luego Víctor. He sido “la madre de” y “la mujer de” aunque sí es cierto que el público ha sido muy cariñoso conmigo.
-Y Belén Esteban, ¿no?
-Para mi ha sido siempre un apoyo fundamental. Su hija es parte mía y, con ella, no he tenido nada. Con la separación de los hijos se sufre por el cariño que se les tiene a las personas. Sea como sea, siempre llevará ese vínculo de la sangre que es mi nieta.
-Háblenos de sus hijos… Jesús, por ejemplo…
-Es maravilloso. Se deja querer. Cuando lo tratas, es genial. No vino a la presentación del libro por no quitarme protagonismo pero está conmigo.
-¿Humberto?
-No puede ser mejor. Es mi “ojito derecho”. Con él me “descojono” pese a que todos sean iguales a mis ojos.
-Carmen…
-Una niña que siempre ha estado a mi lado. Nos hemos respetado y querido.
-¿Y Víctor?
-Muy guasón y cachondo (risas). He sido buena madre e intento ser buena abuela.
-De ustedes se hacen muchos comentarios… ¿Cuántos son reales y cuántos ficticios?
-El tiempo pondrá a cada uno en su sitio. Se cuentan mentiras y se inventa o se interpreta mal pero me da igual. Cuando no estás acostumbrada a eso, te cae mal pero poco a poco pasas.
-¿Qué opinión tiene hoy día de su marido? ¿Sabe algo de él? ¿Lo ha perdonado?
-No vive donde yo y no sé nada. Hace siete años que murió mi hermano y no lo he vuelto a ver. Y respecto al perdón, se perdona a todo el mundo. ¿Por qué no a él?
-¿A qué se dedica en la actualidad?
-¡Uy! ¡Ni te cuento! Parece que vivo en el AVE más que en mi casa… Leo mucho, voy al cine de vez en cuando (me he tirado como veinte años sin ir)… Bailar me gusta pero me da la sensación de que voy a hacer el ridículo. He estado “aparcada”, como los coches, demasiado (risas). Río más que lloro. No me salen las lágrimas ni tirándome en paracaídas (risas).
-¿Algún proyecto para el futuro?
-No. Voy a dedicarme al día a día y que venga lo que sea como Dios quiera. No creo que sea peor que lo que viví. En cuanto al amor, no tengo cerradas las puertas a que llegue pero no lo busco. Si llega, que venga.