Tras un primer álbum, en 1988, dedicado a la poesía de Antonio Gala, esta cantante madrileña afincada en Cádiz, vuelve a homenajear al escritor en su nuevo trabajo
Ricardo Castillejo
Se dio a conocer en 1988 cuando puso música a algunos de los poemas de uno de los escritores más admirados de nuestro país: Antonio Gala. Desde entonces, Clara Montes se ha movido en multitud de estilos, como la copla, el fado o la zarzuela, pasados todos ellos por una personalidad inconfundible que la hace ocupar un lugar con nombre propio en el panorama musical actual. Muy discreta en lo que a su vida personal se refiere, la intérprete se desvela como una madre incondicional y una mujer tímida a la que le es más fácil cantar que hablar de sí misma.
-¿Por qué este ‘Vuelvo a Antonio Gala’?
-Porque lo debía. Me lo han pedido mucho desde el primer disco y, teniendo una conversación con él, surgió el tema y salió. Es un ciclo de mi vida al que tengo mucho que agradecer. A Antonio, al público –que me conoció más por ahí-… En este caso lo produzco yo y la verdad es que el resultado es más maduro. Han pasado quince años y, los poemas que he elegido, son más profundos.
-¿Cómo está Antonio?
-Bueno, bien pero mermado por una enfermedad con la que lleva peleando desde hace bastante. Está entre Madrid, Málaga y Córdoba.
-¿Le resultó muy difícil que accediera a su propuesta de musicar sus poemas?
-En el otro trabajo tuve que pasar una carrera de obstáculos para que accediera pero en esta ocasión me lo puso en bandeja y me dijo que confiaba en mí plenamente. Yo le fui enseñando cosas y todo le pareció bien. Me ha demostrado mucho cariño. Es un hombre del que aprendes tanto…Tiene el don de la palabra y no da “puntadas sin hilo”. Es un sabio.
-Él es uno de los abanderados del “amor”, un sentimiento complejo…
-Cada persona es un mundo pero los años nos hacen aprender. Aunque cometamos los mismos errores, las siguientes veces sabes que lo cometes y eso da poder. Duele igual pero es diferente tener o no tener consciencia.
-¿Se muere por amor?
-No creo. Puedes suicidarte por amor pero no te mueres. Lo de morirse lo piensas con veinte años pero ya no… (risas).
-¿Existe mucha diferencia entre las letras de un poema y las de, por ejemplo, una copla?
-Claro. La poesía es en primera persona y la copla suelen ser más historias narradas con su presentación, nudo y desenlace. Antonio cuenta detalles de una relación, de un sentimiento casi siempre amoroso que todos podemos haber sentido sin poder ponerle palabras.
-Pero el panorama no es muy poético, ¿verdad?
-Por eso los artistas tenemos la obligación de grabar discos así. Debemos emocionar a la gente y que no se esté hastiado. Ayudar a evadirse, concienciar… Para la cultura en este país todo son obstáculos pero por eso no vamos a quedarnos en casa.
-¿Piensa que va contracorriente?
-La verdad es que no me lo planteo. Hago lo que me gusta y lo que me parece que debo.
-Da la sensación que le resulta más fácil cantar que hablar…
-(Risas) Totalmente. De pequeña fui una niña tímida en extremo hasta que mi padre se dio cuenta que me expresaba mejor con la música. Es mi manera de comunicarme.
-¿Su hijo también es así?
-Él se pasa todo el día cantando pero, por suerte, no es tan tímido como yo. Intento dedicarle todo el tiempo que tengo. A él, a mi pareja, a mis amigos…
-Ha construido una carrera sin dar demasiadas concesiones de su vida privada… ¿Ha sido fácil?
-Todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Si hubiese accedido a todo lo que me han propuesto, en entrevistas y en estilo, es posible que hubiera llegado a más cantidad de público pero me sentiría falsa y que estaría engañando. Cuando algo no me convence digo que no. No me cuesta porque eso es mejor que engañar.