Leo con atención el listado de los diez actores mejores pagados que acaba de publicar la revista “Forbes” y observo que los tres últimos pertenecen al mercado cinematográfico hindú en el que, estas tres “estrellas” juntas, ganan al año más de cien millones de dólares. Y así, Akshay Kumar, Salman Khan y Shahrukh Khan –que en el resto del planeta no creo que sepan quiénes son-, se cuelan entre hollywoodienses como Tom Cruise (43 millones de dólares), Vin Diesel (54,5 millones) o, encabezando el ranking, Mark Walhberg (68 millones).
Curioso el poder del mercado de Bollywood en una tierra, la India, que a todo el que tiene oportunidad de visitarla le marca por la extremada pobreza en la que muchos de sus habitantes viven. Sin embargo, allí donde la madre Teresa de Calcuta quiso emprender su obra social, en el mismo sitio al que la Fundación Vicente Ferrer dedica gran parte de sus esfuerzos, en un país donde los niños están tirados en la calle y dentro del que se pasa hambre y necesidad, se es capaz de generar una industria que puede crear mitos multimillonarios no solo a nivel local sino en lo que al planeta se refiere.
Así es nuestro mundo. Un puro contraste. Un camino en el que se producen atentados como el de Barcelona de hace unos días y tras el que, el padre de Xavi –el pequeño de tres años fallecido-, se fundió en un emotivo abrazo con el imám de Rubí como hermoso gesto de conciliación hacia la comunidad musulmana. Contradicciones del ser humano. A veces entendibles y otras, no tanto…