Tras un 2012 muy difícil, José Manuel Rodríguez, “El Mani”, afronta el comienzo de 2013 con la ilusión de un nuevo disco, “Con Poderío”, y de la celebración de su primer cuarto de siglo en el mundo de la música
Ricardo Castillejo
Su padre era contratista de trabajo y él prefería, de pequeño, trabajar “haciendo mezcla” junto a su progenitor a estudiar. Luego, en el Coro de la Hermandad del Rocío de Gines le dieron su “primera oportunidad” aunque el éxito le llegaría con “Candela, Candela”, tema incluido en su segundo álbum con el que alcanzó, en ventas, el Disco de Platino. A partir de ahí una longeva carrera de muchos trabajos a los que ahora se incorpora “Con Poderío”, mezcla de nuevas sevillanas y de versiones como las de “Yo soy aquel”, de Raphael, o “Gwendoline”, de Julio Iglesias. Un regreso a los estudios de grabación, y a su actividad artística, tras un verano de 2012 durante el que su salud le dio un susto importante.
-Mani, ¿qué le ha pasado exactamente el año pasado? Se escuchan muchas cosas pero no sabemos con certeza qué le sucedió…
-Las cosas han venido como han tenido que venir y he tenido que soportar una amputación aunque estoy muy agradecido al equipo médico que me atendió. Fue en junio nada más llegar al Rocío. Yo suelo usar al principio calzado cómodo pero la primera noche me salió una llaga en el pie. Eso fue el martes y aguanté así hasta el jueves. Después, el viernes tuve que ir a Bruselas a actuar y volví a ver a la Virgen. Hice un día de camino y al segundo tuvieron que recogerme porque no aguantaba más. Cuando me di cuenta, esto estaba fatal. Me fueron quitando los dedos del pie y entré en operación tres veces. Lo he pasado mal, muy mal. Esto queda para mí, con todo mi respeto a todos los míos. Fue una mezcla de diabetes y la infección.
-La vida da un giro de 180 grados cuando uno menos lo espera, ¿verdad?
-Te cambia la mentalidad pero soy un tío fuerte. Cuando me veía la pierna cortada pensaba: “¿Qué hago?”, “¿Qué va a ser de mí?”. Me reconfortaban mucho los 20 o 25 minutos que me quedaba tranquilo.
-Imagino que su familia, sus hijos en concreto, estarán orgullosos de un padre así…
-Habría que preguntárselo a ellos. Tengo un “enano”, como dicen mis amigos, que lo saco a pasear de vez en cuando aunque a mis hijos me une una relación especial. Sí es verdad que con su madre, por circunstancias, lo dejé hace cinco años pero, por encima de eso, quiero que estén conmigo y que me valoren como soy. Los mellizos tienen diez años y María, la niña, catorce… Está en la “edad del pavo” (risas).
-¿Se siente profeta en su tierra?
-Verás, a mi no me gusta ser protagonista de nada. Soy hombre de pueblo, de Gines, donde nací y siempre estoy si me necesitan. Participo del casino, de las reuniones de mi gente, de las novenas que se celebren en mi parroquia…
-¿Cuál es el secreto para haberse mantenido temporada tras temporada?
-Pues no sé. Soy una persona normal. Es verdad que en su día conquisté el Disco de Platino con “Candela, Candela” y eso fue un punto de inflexión. Es un tema de Tate Montoya que éste le ofreció a otros compañeros que lo rechazaron y me lo quedé yo. A pesar de todo, tengo sevillanas mejor interpretadas y mejor dichas que ésa.
-Lo que no abandona nunca es su sentido del humor… ¿Es consciente de las expresiones divertidas que hay en torno al Mani?
-Claro. Sé aquello de que “te cabe el Mani empanao” (risas). Y recuerdo también una broma que me gastaron en Telecinco con una supuesta conexión con Japón en la que una mujer me llamaba “Maní” por los cacahuetes (risas).
-¿Qué hay más allá de la música en su vida?
-Ver crecer a mis hijos y que estén más o menos situados. Seguir adelante y disfrutar las satisfacciones que me da el público. Además advierto que me veo 25 años más porque he dejado de fumar (risas)…