No, que no se escandalice nadie porque la cosa no va por ahí. Lo aviso porque sé que, cuando hayan leído el titular de esta columna, muchos se habrán escandalizado de inmediato o habrán echado su mente a volar sobre la que es una cuestión mucho más sencilla. Y vamos al grano. La reina Letizia. Ésa a la que critican a cada paso que da por lo que se pone o se deja de poner. La misma a la que hace poco se le echaron muchos encima por llevar un minivestido de Teresa Helbig, y que reapareció ayer, en su línea habitual, con un conjunto mucho más comedido. La periodista reconvertida en monarca que no deja de cambiar su aspecto físico a base de pequeños retoques buscando una clara mejora de su imagen…
Letizia Ortiz, por si no lo saben, es Virgo de nacimiento. El signo de los perfeccionistas, de los estetas. La formación planetaria bajo la que han nacido otros como Jesús Vázquez, Soraya, Terelu Campos, Lara Dibildos o, fuera de aquí, Cameron Díaz o Beyoncé. Hasta yo mismo soy Virgo, y a mucha honra, pese a todo lo que eso supone. En resumen: los virginianos somos personas con una gran humildad al igual que una gran timidez que nos hace parecer distantes y hasta antipáticos. No damos muchos abrazos ni besos pero nuestro cariño, cuando se gana, es incondicional. Y nos cuidamos mucho, muchísimo, todo lo que podemos… y más. Para gustarnos y gustar. Es solo un apunte. Investiguen porque puede ser que lo mismo entiendan mejor a la mujer de Felipe VI que al final no es, como todos, sino una víctima de los designios del Universo.