La mujer de Bertín Osborne, madrina de la incorporación de la magia de Disney a los potitos Nutribén, pasará parte de su verano en Sevilla con su marido y sus hijos
Ricardo Castillejo
Su serenidad le ha dado a Bertín Osborne el equilibrio que necesitaba para caminar al lado de una mujer tan especial como Fabiola Martínez. Bella e inteligente, la venezolana se ha convertido en madre de los dos hijos menores del cantante, Kike y Carlos, y en cómplice de sus hijas de su primer matrimonio, Alejandra (quien le ha dado al jerezano tres nietos), Eugenia y Claudia. De todo ello, y de su día a día en la Fundación Bertín Osborne, ha querido confesarse en esta sincera entrevista donde hemos tenido oportunidad de conocerle aún más de cerca…
-¿Cómo se encuentra? Hacía tiempo que no la veíamos en público…
-Bien. Con muchos proyectos. Cuando no hay nada, lo genero yo pero estoy muy centrada en la Fundación, de la que soy vicepresidenta. En realidad, somos dos personas, una compañera y yo, que hago de todo: tomo decisiones, hablo con las familias, hay que controlar la página web y ayudar en lo que se pueda. Atendemos ya a mil familias. Bertín es el presidente pero su día a día es más complicado. Por eso intento quitarle todo el peso que me es posible.
-¿Qué tal él? ¿En qué está?
-Pues en el teatro. Tuvieron una idea fantástica con la obra “Mellizos”, junto a Arévalo. Llevan dos años y, con el boca a boca, la gente se anima más. Me ha sorprendido como actor porque no tiene escuela pero le veo suelto, desenvuelto, tan profesional… Lo hace con mucha naturalidad y, luego, como intérprete, ha mejorado tanto… Su voz está más hecha. Canta mucho mejor que cuando hacía “Amor mediterráneo” pero ha estado demasiado encasillado. En el teatro, por ejemplo, tiene una versión de “New York” que es una pasada.
-¿Cambia mucho de la imagen pública a la privada?
-No demasiado. Ése es el secreto de Bertín. Él es así y el público lo percibe y lo valora. No hay un Bertín dentro y fuera de los escenarios. Lo que se ve es lo que hay.
-¿Y su niño?
-Estupendo, enorme, guapísimo… (risas). Avanza poco a poco. Es un campeón. Todos los días hace su terapia y come muy bien. Ya pasó la época de las papillas pero le preparamos una dieta sana. Carlos es otro “todoterreno”.
-¿Cuál es el papel suyo y de su marido cara a los niños?
-La verdad es que los dos pensamos bastante parecido. No hay conflicto en las decisiones. Yo soy la mandona y el papá es más flexible y, si hay algún desacuerdo, lo hablamos aparte. Somos muy opuestos en general pero en los hijos tenemos los mismos valores. Bertín es menos metódico, más espontáneo y yo necesito tenerlo todo más organizado, pensado. Soy más meticulosa. Tengo más los pies en la tierra y él tiene el punto de “no pasa nada”.
-¿Es buen abuelo?
-No hay mucha diferencia entre el abuelo y el padre. Es muy “niñero” y está en su mejor momento. Los pequeños están creciendo juntos y tampoco notan la diferencia.
-Haga balance de su relación…
-Bueno, llevamos siete años casados y cuatro de novios y, a pesar de que creía que me iba a resultar más difícil avanzar junto a él, no ha sido así. Él tenía su vida hecha y yo llegaba de nuevas pero, sin embargo, hemos logrado crecer juntos. Bertín también ha ido modificando detalles, claro. Volvió a tener otra familia en otra época de su vida. Fue como empezar otra vez.
-Miremos al verano… ¿Planes?
-Iremos a Sevilla para pasarlo. Desde finales de julio a septiembre y, desde ahí, nos moveremos al Puerto, a Jerez… También haremos alguna escapada como “novietes” Bertín y yo. Si necesitamos descansar, nos vamos solos y hacemos los vagos. Por lo demás, nos encanta disfrutar de los niños, los caballos, los perros…