María Ángeles López de Celis descubre en su libro, “Las damas de la Moncloa”, el perfil de las seis mujeres de los diferentes presidentes del gobierno de la democracia española
Ricardo Castillejo
Está encantada con haber estado en Sevilla, ciudad a la que viene con frecuencia y donde tiene algunas amigas de esas “de toda la vida”. Mª Ángeles López de Celis ha tenido la oportunidad aquí de ver nuestras calles engalanadas, con motivo del Corpus, al tiempo que promocionaba su interesante libro, “Las damas de la Moncloa” donde, desde su experiencia de 32 años en la Secretaría de cinco presidentes de la democracia (de los que ya habló en “Los presidentes en zapatillas”), expresa sus vivencias con unas esposas que, en todos los casos, apoyaron incondicionalmente a sus maridos. Una buena oportunidad para conocer parte de nuestra historia política reciente desde otra perspectiva diferente y, sobre todo, obtenida de primera mano.
-¿Estar tan cerca de estas señoras le permitió tener una relación de amistad con ellas?
-No. Salvo personas muy allegadas, el resto éramos trabajadores. Algunas han sido más agradables y otras más distantes pero, hasta el punto de amistad, no.
-¿Cuál es su favorita?
-Carmen Romero. Desde que llegó. Era joven, moderna, esposa y madre, socialista, transgresora, comprometida… Muchas mujeres queríamos ser como ella.
-¿Y la que menos le ha gustado?
-Bueno, la que está en el otro polo es Ana Botella. No me va ni su forma de actuar, ni ese protagonismo, ni su filosofía familiar… No tiene nada que ver conmigo.
-¿Y ellos?
-Son otro cantar. Han sido mis jefes. Con los tres primeros colaboré de manera más cercana. Fueron determinantes. Con el corazón me quedo con Adolfo Suárez y, con la cabeza, con Felipe González. El más completo de este país.
-¿Las damas han colaborado en algo? ¿Sabían de su libro?
-Sí. Lo supieron porque desde la editorial se pusieron en contacto con ellas. Se les solicitó una entrevista para que lo supieran y lo supervisaran pero, salvo Pilar Ibáñez, la mujer de Calvo-Sotelo, nadie contestó.
-¿Cómo valora eso?
-Yo a estas alturas no valoro nada. No les interesaría o no lo encontrarían oportuno. El libro ha salido y está siendo un éxito y tampoco después se han pronunciado.
-¿Ha callado mucho?
-Hombre, han sido 32 años y eso da para mucho. Hay muchas experiencias que he visto y que no voy a contar nunca. Ni les hago un favor a sus protagonistas, ni a mí misma.
-Porque el poder, desde el otro lado, ¿qué tal es?
-Una profesión. Es como hacer películas o los deportistas de élite. No dejan de ser hombres y mujeres como el resto. Hay días buenos, días malos, discuten con sus parejas, se preocupan de sus padres, de sus hijos…
-¿Estuvieron ellas enamoradas de ellos?
-Sí. Yo creo que todas. Lo que pasa es que fueron modelos diferentes. Han cumplido con su papel. Ellos cuando llegaron a ser presidentes ya tenían un recorrido y ellas eran conscientes de lo que había. No les pilló de sorpresa y les dieron a sus maridos el equilibrio emocional y profesional para dirigir España.
-Hábleme un poco de cada una…
-Amparo, la de Suárez, fue una mujer al uso de su época. Muy religiosa y con connotaciones depresivas. Fue la primera, la que rompió el hielo y creo que estaba deseando que esa etapa terminara para tener a su esposo para ella y dejar de compartirlo con todo el país. Pilar, la de Calvo-Sotelo, era todo lo contrario. Alguien muy fuerte y con las ideas muy claras. Le gusta la política y, aún siendo octogenaria, sigue igual. Participó con su marido en todas las actividades de la Moncloa.
-¿Carmen Romero? ¿Ana Botella?
-Carmen, la dignidad. Siempre mantuvo esa imagen de mesura y supo mantener su espacio frente a un compañero con una personalidad que lo anulaba todo. Luego ha encajado reveses como la ruptura de su matrimonio. Ana Botella es una mujer nacida para mandar. Simpática y abierta pero muy complicada y prepotente.
-Llegamos al final… Sonsoles y Elvira…
-Sonsoles es la discreción, el no protagonismo, la calidez, la dulzura… Y eso que su físico es duro pero ella resulta agradable. Me da la sensación de que es con quien el personal de Moncloa ha estado más cómodo. A Elvira no la he conocido personalmente pero estudié su perfil y me parece muy interesante.
-Se expresa con mucha contundencia, ¿no?
-Lo asumo. Mi objetivo era aportar una serie de datos a los ciudadanos. Cuando uno ha vivido con este privilegio tienes la obligación moral de compartirlo. Es un documento periodístico e histórico importante cara a un futuro.