La cantante sigue inmersa en su gira de despedida de los escenarios (el 4 de octubre estará en Orense) dejando tras de sí una trayectoria de cuatro décadas durante las que ha brillado como una de las mayores “estrellas” de nuestra música
Cuarenta años sobre los escenarios dan para mucho, especialmente, si se tienen tantas inquietudes como Paloma San Basilio. Desde discos a espectáculos musicales tan recordados como “Evita”, “El hombre de la mancha” o “My fair lady” pasando por revistas como “Las leandras” o la presentación de programas de televisión, el legado de esta madrileña criada en Sevilla ha llegado al corazón de varias generaciones que, en esta gira de despedida en la que se encuentra inmersa, la han arropado con un cariño que, a pesar de todo, sigue emocionándola. Muy implicada en la actualidad con su blog, “Ciento volando”, y en su faceta como pintora, la artista, abuela de dos nietos de su hija Ivana, Neo y Alma, conserva su belleza intacta y una forma física envidiable tal y como demostró en el editorial que protagonizó para “Sevilla Magazine” hace justo un año.
-¿Qué ha sido para usted la música? ¿Una profesión?
-No. Decir que el arte es una profesión es infravalorarlo. Si algo lo diferencia de lo demás es su imposibilidad de aprehenderlo, de definirlo y la libertad de moverse en diferentes terrenos. Voy a continuar siendo como soy: creadora de momentos y de emociones. A lo mejor no para tanta gente pero no hay que medir por la cantidad, sino por la calidad.
-¿El aplauso no “engancha”?
-A mí no. Los aplausos me gratifican, me emocionan pero no tengo adicción a ellos. Me parecería un mal uso. Es generosidad del público hacia ti. No te pertenecen. Es como si te enganchas al halago… Eso sí, no lo necesito para vivir.
-Hay una imagen de usted como de mujer muy “glamourosa”, muy “divina”… ¿Es así?
-(Risas) Hombre, lo mismo es una forma de ser, de moverme… Todo lo que tengo es especial pero eso no tiene nada que ver con aquello de “estrella” ni significa que sea una diva. Soy muy normal, coloquial y cercana. No me gustan las posturas de “estrellato” trasnochado.
-¿Es presumida?
-Sí pero no paso todo el día mirándome al espejo. Tengo dentro una actriz a la que le apasiona interpretar personajes. Es algo divertido y, en eso, la ropa estimula y te permite crear una imagen.
-¿Ha pensado en su día a día una vez que deje de actuar?
-¡Uy! Todo lo contrario a un funcionariado (risas). Siempre hay en mí un factor de improvisación constante y continuamente me estoy moviendo. Soy muy exigente con el trabajo pero no metódica. Me dejo llevar por lo que siento que debo hacer… Me río mucho y me encanta hacer el payaso y para mí es un placer absoluto bañarme en el mar cuando tengo ganas de hacerlo. Ahí recibo una lección de humildad…
-¿Y la familia? ¿Qué lugar ocupa en todo esto?
-Es el mayor valor de la vida. Lo aprendí de pequeña. Es un núcleo con capacidad de afecto increíble. Mi padre era un aventurero y nos contagió eso. Tengo a mi hija en Estados Unidos, un sobrino en Londres… Nos queremos, nos admiramos… Eso es algo que voy a potenciarlo más.
-Porque, por sus compromisos profesionales, ¿le ha quitado mucho a sus seres queridos?
-Bueno, tu vida familiar no tienen nada que ver con lo habitual y se reduce a momentos maravillosos y otros con muchas ausencias. No quiero seguir perdiéndome cosas en mi camino.
-Hablemos del amor porque su concepto de él es poco clásico, ¿no?
-Un espíritu libre como el mío no puede tener una visión reduccionista del amor. Es como intentar meter el océano en un vaso. Siempre he sabido que no tenía necesidad de esa vida encapsulada. Lo que pasa es que, siendo adolescente, terminas haciendo lo que todos y te das cuenta de que no puede ser. Hay muchas maneras de entender el amor y yo no me identifico con esas personas que convierten su vida en el resultado del otro. Tu vida eres tú y tu camino es el tuyo. Me parece un error pensar que si no tienes alguien a tu lado te vas a morir. Eso da lugar a relaciones enfermas que me dan mucha pena.
-¿Qué querría que, el día de mañana, se pensara de Paloma San Basilio?
-No me preocupa demasiado. Somos poco y todo. Como pequeño ser no eres fundamental pero, como parte del conjunto, sí. No tengo necesidad de trascendencia.
-¿Para qué sirven los años? ¿Qué ha ganado y qué ha perdido con el paso del tiempo?
-Sirven para aprender, descubrir, enriquecerte y compartir. He ganado todo eso y he perdido gente a la que quería mucho y que tal vez no supe retener en cada momento.
-Volviendo a lo familiar, dicen que son los nietos la confirmación del camino bien recorrido… ¿Se siente bien en la piel de abuela?
-Es de las experiencias más gratificantes de mi vida poder ver a unas criaturas que son parte de tu hija y de ti misma. Descubrir la capacidad de amar sin límites…
-¿Cómo es su relación con sus nietos? ¿Qué tipo de abuela es Paloma San Basilio?
-Es muy tierna, muy divertida y muy interactiva. A veces soy un refugio y siempre una almohada en la que recostarse cuando las cosas se ponen difíciles.
-¿De qué se siente más orgullosa? ¿Cuál es su mejor obra?
-Tal vez de cómo he evolucionado como ser humano, de cómo le he ganado la partida a los años para sumar y no restar. Creo que mi mejor obra es mi familia