La onubense, presente durante esta Bienal en el Teatro Central, lanza al mercado “El niño”, especial homenaje al mítico Pepe Marchena gracias al que descubrimos mucho más de cerca a esta mujer valiente, de voz poderosa y con unas ideas lúcidas y claras
A sus 28 años tiene la madurez de una persona que ha vivido y que, sobre todo, ha reflexionado. Nacida en Huelva, Rocío Márquez es considerada como la voz flamenca femenina líder de la generación actual, capaz de versionar al gran Pepe Marchena bajo una perspectiva joven y actual y sin miedo a las críticas de lo más puristas. Amante de la cultura, esta diplomada en magisterio musical se aleja de los clichés y los estereotipos para lograr un estilo propio bajo el que, poco a poco, ha logrado hacerse un nombre propio en el “arte jondo”.
-¿Cómo lleva el estricto análisis al que, en este campo suyo, muchas veces someten los críticos a los intérpretes?
-La aceptación es un tema tan delicado como subjetivo. Depende de tu momento es la importancia que das. Nos importa lo que digan de nosotros pero, lamentablemente, no puedes gustar a todos. Por encima de eso está cómo te sientas tú porque más crítico que uno con uno mismo, no hay. Siempre que sea un comentario constructivo, yo escucho. El problema es que algunos se tiran al cuello por intereses propios.
-¿La mujer ha dejado de estar a un lado en el flamenco?
-Sí, en parte por el trabajo que muchas han hecho durante años, si bien aún no estamos bien del todo ni en situación de igualdad. Eso es algo que hay que construir día a día. El flamenco está lleno de tópicos. Sin querer los reproducimos y eso perjudica bastante. Eso de “lo puro, se pierde” es según cómo se entienda y puede hacer mucho daño.
-Uno de esos tópicos afirma que, en esto, como los gitanos no lo hacen los payos…
-Pues conozco gitanos que bailan, cantan y tocan increíblemente bien y payos que también. Es como una guerra eterna, cuestiones que debiéramos pensar por qué interesan…
-Hay determinadas letras, en concreto en lo sentimental, que en lo “jondo” parecen un poco desfasadas, ¿no?
-Hay tantas maneras de entender los sentimientos como personas. Para mí es imprescindible conocer lo clásico pero como punto de partida, no como fin. Ha habido letras que me he negado a cantar (los demás que hagan lo que les apetezca).
-¿Desde qué perspectiva contempla usted el amor?
-Tengo novio y lo veo como compañero de vida, con quien eliges cada día levantarte y hacer el camino. Soy una afortunada en eso puesto que, aunque la relación se haya terminado, no puedo odiar a quien he amado. Estamos para aprender. Si entiendes esto, aceptas que otros puedan equivocarse.
-¿Qué le enamora de alguien?
-Su sensibilidad lo primero. La inquietud por la cultura, por la música… Que sea bondadoso, comprensivo… Los cantantes nos ponemos insoportables y hay que tener la empatía desarrollada para estar con nosotros. En realidad es la misma base de la amistad pero dando un paso más allá. Cuando se cae la venda, con el tiempo, lo que queda es lo que había en el interior (es aquello de “El Principito” de que “lo esencial es invisible a los ojos”). Por eso uno debe conocer la “cara A” y la “B”…

Rocío Marquez en Marchena, para su disco El Niño. Foto: Curro Casillas
-Y usted a su pareja, ¿qué le da?
-Intento buscar el equilibrio entre libertad y respeto porque, a la larga, puede resultar equivocado. En mi concepto de amor importa la felicidad del otro, cuidarse los dos. No somos medias naranjas sino dos naranjas completas en la misma dirección.
-¿Siempre tuvo claro lo que quería ser?
-Desde pequeña. Con dos años pedía ser “cantista” (cantante y artista) (risas). Pero, aparte del flamenco, también me atrae el jazz, los tangos, los fados…
-¿Le apoyaron en casa cuando tomó la decisión de dedicarse a esta profesión?
-La verdad es que sí. Mi familia ha estado a mi lado desde el principio (aunque hubo un primer instante, por desconocimiento e intranquilidad, de cierta resistencia). Lo que sí le agradezco a mis padres que me dejaran claro que lo fundamental eso tan básico de ser persona antes que artista.
-¿El aplauso es la mayor recompensa?
-Eso es darle demasiado peso. Puede no recibirse un aplauso por un buen trabajo y sí cuando se hace algo efectista. No es mi vara de medir. Desde luego supone un “subidón” total y se te olvida lo menos agradable pero yo creo en las cosas de dentro para afuera, no al revés.