Los diez participantes en el Certamen de Diseñadores Noveles de Simof 2013 demostraron sus capacidades con la costura pero, sin embargo, dejaron al jurado poco satisfecho con el planteamiento creativo de sus colecciones
Ricardo Castillejo
En el jurado estaban los de siempre –véase Justo Salao o Tony Benítez- pero también incorporaciones novedosas como la querida María Pineda quien, por vez primera, venía a Sevilla a valorar la creatividad de diez noveles del sector que, si bien destacaron por su dominio técnico, lo pusieron complicado a la hora de decidirse tanto por el ganador del Certamen como por la Mención Especial. Una pena pues, a pesar del esfuerzo del Programa Desencaja del Instituto Andaluz de la Juventud, el sabor que se quedó después del seguimiento de las colecciones de la mañana fue algo agridulce. ¿Lo mejor y más coherente? La propuesta con la que arrancó el evento y, además, logró el triunfo. Una sevillana llamada Cristina García quien, rompiendo el hielo con “Sexo, Moda y Rock and Roll”, brindó a los medios de comunicación la percha perfecta para anunciar que, este año, la Feria de Abril se inundará de chaquetas de cuero, tachuelas y monos de encaje transparente. Craso error. El Real tendrá sus tradicionales volantes aunque, para eso, tienen más bien que leer la crónica que acompaña a este texto (de las firmas profesionales a las que, por la tarde, les tocó el turno sobre la pasarela).
Volviendo a la mañana, a la mencionada García –que pensó en una mujer que pisa fuerte para unas creaciones, la mayoría, en negro-, le sucedió Leticia Guindo, gaditana merecedora de la Mención Especial gracias a “Brillo del Sur”. Inspiración egipcia en este caso donde se estilizó la figura femenina a través de mangas amplias de volantes en largas capas y con mucha caída y en la que las incrustaciones de pedrería proliferaron en cenefas distribuidas por el cuerpo de las modelos. A partir de ahí, Antonio Gutiérrez viajó de Granada, su tierra, hasta el universo Maya realizando, sobre una base de blanco, distintas variaciones salpicadas de plumas y adornos azules; la gaditana Virginia Herrera ofreció dos piezas de faldas y blusas dentro de un concepto barroco con proliferación de tiras bordadas y adornos de croché y, la empresa Bole´s Aranda (Adelina Infante y Juan Pérez), arriesgó en la fusión de naranja y fucsia aunque estuvieron poco oportunos en los pantalones vaqueros con chaquetas.
En la recta final, Innova Flamenca (María Teresa López) buscó el “glamour” en el preciosismo de sus tejidos de flores y el extralargo de sus mangas mientras que, Rafnuro (Rafael Núñez Rodríguez), acudió a “look” de la época victoriana en ese mismo intento de derrochar sofisticación, en su caso, a lo “My fair lady” con lunares. Patricia Bazarot reivindicó el espíritu “hippy” con amplitud en los cortes; Portona (Francisca Rodríguez), sorprendió gratamente con la incorporación de los clásicos zahones de caballistas y Dissatrela (Alba Sánchez y Corina Díez) despidió con originales ideas como la de una blusa plisada poco vista en esta moda. Sea como sea, y volviendo al comienzo, hubo ideas sueltas pero faltó contundencia. La flamenca puede –y debe- beber de lo urbano aunque sin perder su esencia… ni la cabeza.
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