El creador de la empresa SITECUENTO EVENTOS nos cuenta los secretos que debe tener un buen wedding planner a la hora de empatizar con la pareja que se casa y dar lo mejor de sí mismo para que todo salga a la perfección
Iván Alcázar
Jesús Fernández vive por y para las bodas. A sus 34 años, fue hace seis cuando se lanzó a la aventura de crear su propia empresa, SITECUENTO EVENTOS, donde se ha especializado en el ámbito nupcial con mucho éxito en nuestra provincia. Tanto es así, que ha decidido emprender proyectos, más allá de su faceta como weddingplanner, y ha puesto en marcha Sierra sur de Boda, certamen dedicado a todo este mundo donde empresas de todo tipo exponen sus últimas novedades del sector para los que han decidido dar ese gran paso y que tendrá lugar en Estepa (Sevilla) los días 29 y 30 de noviembre y 1 de diciembre. Con mucha emoción y cariño cuando habla de su pasión, nos cuenta cómo las emociones se han convertido en un factor clave a la hora de organizar este tipo de eventos, con los que logra una satisfacción, personal y profesional, plena.
-¿Cuál es el factor clave para ser un buen wedding planer?
-Primero tienes que conocer dónde y cómo trabajas y, sobre todo, que te apasione, ya que estás conectado 24 horas de lunes a domingo. Es algo muy emotivo, pues de alguna forma se tocan muchos sentimientos en uno de los días más importantes de la pareja, rodeado de sus seres queridos… Por eso tienes que volcarte en ello al cien por cien.
-¿Qué te diferencia a ti de otros profesionales del sector?
-No considero que maque la diferencia, ya que cada uno tiene su personalidad y sus exigencias. Con eso me basta, no tengo que fijarme en otras empresas, en sus estrategias o en su forma de actuar.
-¿Te consideras muy exigente?
-Demasiado. De cara a los clientes es algo que juega a mi favor, pero para mí mismo, en contra. Cuando se termina la boda yo sé que ha salido perfecta, porque se han cumplido horarios, contratos, pautas, todos los proveedores han salido contentos y los novios y familiares están encantados… pero yo siempre pienso: “Hubiera hecho esto” o “Creo que podría haber estado mejor así”. Intento mejorar de continuo y aplicarlo a la siguiente ocasión.
-¿Los novios se dejan aconsejar para organizar su boda?
-Normalmente vienen con una inspiración de lo que quieren, con alguna foto o idea. Pero sí que es verdad que hay que estudiar las posibilidades económicas que tiene cada pareja y si esa opción no se puede realizar, buscando alternativas o formas de llevarlo a cabo, pero mi deber es aconsejar qué es mejor porque muchas veces traen opciones dispares y hay que guiarles para unificarlo todo.
-¿Cuál es la boda que más te ha gustado o ha sido más especial?
-Hay muchísimas, no podría quedarme con ninguna en concreto. Se deposita una confianza enorme en ti y se vuelve algo tan íntimo que realmente te vuelcas con ello y muchos se convierten en casi amigos. No hay que destacar las bodas que sean más caras o que más servicios tienen, simplemente el hecho de que ellos hayan disfrutado, y que su familia te dé las gracias, es totalmente reconfortante para mí.
-¿Algo muy extravagante que te haya tocado organizar?
-Podría decirte que mi propio matrimonio, pues ya llevaba dos o tres años en esto y aproveché que me casaba para hacer una especie de inversión y tenerlo como una especie de escaparate para que la gente vea qué puedo ofrecer.
-¿Y cómo fue?
-Mucho más fácil de lo que yo pensaba. De hecho, creía que no lo iba a llevar bien pero gracias a que mi equipo -con el que estuve implicado varios meses-, ya sabía perfectamente lo que quería y cómo lo quería, todo fue muy sencillo.
-¿El wedding planner trabaja solo?
-Organizando sí, pero es obvio que siempre se necesita apoyo humano en el evento. Por ejemplo, no puedo estar en el altar o recibiendo en la puerta de la iglesia a la novia, por lo que suelo traerme a gente para esos casos.
-¿También estás presente en las ceremonias?
-Mi labor comienza bien temprano. Primero me paso por el sitio de la celebración y allí compruebo que los del catering hayan montado las mesas como se debe, que la numeración y las sillas estén perfectas y demás. Una vez está todo encauzado allí, me dirijo a donde se celebra la ceremonia, donde compruebo que las puertas estén bien, hablo con el cura, miro que los sitios especiales estén reservados, dónde tiene que situarse el fotógrafo, si hay música en directo… Reviso todo antes de que suceda. Y luego en el banquete me suelo quedar hasta la salida del primer autobús, que marca la pauta de salida de todos los invitados y el ritmo de la barra libre.
-¿Crees que tu trabajo está bien valorado?
-Hoy en día creo que sí. Yo me siento muy valorado, aunque sí que es verdad que hace unos seis años se era muy reticente a que una figura externa viniera a organizarte la boda, a decirte lo que tienes que hacer y demás… Ahora, no. Rara es la persona que no reconoce la función del wedding planner, quien se ha convertido en esencial, debido a que cada vez se están añadiendo más y más elementos a la celebración. Antiguamente te casabas como podías, organizabas una comida y poco más, y todo iba sucediendo sobre la marcha. Pero en la actualidad la animación, grupos, DJs, decoración… todos esos horarios hay que cumplirlos y ahí entra mi función, para así evitar más tarde sorpresas en el presupuesto por no tenerlo todo controlado. Cada servicio mira por su interés propio y mi función es unificar y coordinar todo, y así todo el mundo sale contento y se les quita esa responsabilidad a los familiares o a la propia pareja.
-Y fuera de lo nupcial, también organizas otro tipo de eventos, ¿no?
-Yo comencé con congresos, sobretodo de sectores agrarios en los que, aunque se aleja mucho de las bodas, realmente mi función era la misma. Pero como era muy monótono y no me llenaba, me decanté más por lo nupcial. Sea como sea, también puedo organizar inauguraciones de tiendas o restaurantes, que suelo compaginarlo en los meses de menos volumen, aunque lo otro sea mi prioridad.
SITECUENTO EVENTOS
JESÚ FERNÁNDEZ MORENO
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