A sus 78 años, según Internet, Raphael sigue en activo y, por lo que hemos visto este fin de semana en Icónica Fest, continúa convenciendo a públicos de las varias generaciones que asistieron a la Plaza de España a conmemorar con este mito viviente de nuestra música su 60 aniversario en la profesión.
Al final, tanto los más mayores como los más jóvenes no salían de su asombro viendo un arte sobre el escenario del que el de Linares es casi el último exponente de esa forma de entender la canción basada tanto en la potencia vocal como en la intensidad y poesía de unas letras que no tienen nada que ver con la ligereza de las letras actuales.
Raphael habla del amor. Y del desamor. Y de la pasión. Y del alma. Y, desde ahí precisamente, presenta un repertorio en el que no faltaron sus títulos más legendarios bajo nuevos arreglos como esos con los que arrancó su espectáculo y que se acercaban al techno con la fuerza de un treintañero. Después, boleros, tangos, melodías inolvidables acompañadas de una fantástica banda y de una preciosa iluminación que envolvía títulos como “Mi gran noche”, “Estuve enamorado”, “En carne viva”, “Digan lo que digan” o “Como yo te amo”.
Apoyado en el magisterio que le dan sus seis décadas de experiencia, este intérprete -que hace ya cuarenta años, a principios de los ochenta, logró un Disco de Uranio por vender más de 50 millones de trabajos suyos-, disimula las pocas carencias vocales que el paso del tiempo pueda provocar con una solvencia que no es sino otra razón más para admirarle. Porque con Raphael, desde que se asoma a las tablas, no nos queda otra. O se le quiere, o se le quiere. Esperando siempre una más para disfrutar de él. Deseando que regrese pronto. Y que no nos falte nunca.