El que fuera uno de los rostros más populares de la televisión en la década de los 90, presenta en el Teatro Quintero la producción “Hay que deshacer la casa” de la que, además de ser uno de los protagonistas –junto a Ramón Langa-, es el director y el responsable de la adaptación del texto
Tres representaciones de “Hay que deshacer la casa”, ayer, hoy y mañana, son las que ofrecerán Andoni Ferreño y Ramón Langa en el sevillano Teatro Quintero. Una producción que devuelve a las tablas al popular actor vasco en la que dos hermanos vuelven a reunirse, después de un tiempo separados, para el reparto de la herencia de sus padres. A partir de ahí, el texto de Sebastián Junyent -estrenado originalmente en 1985 con Amparo Rivelles y Lola Cardona como protagonistas-, desencadenará una serie de situaciones que, más allá de hacer reír al espectador, también provocan reflexiones sobre la realidad que nos rodea. A sus 49 años recién cumplidos (el pasado 6 de abril), este galán querido por el público, casado y con dos hijos, puede presumir de haber forjado una buena carrera en la que no ha necesitado explotar mediáticamente su intimidad.
“Me han considerado galán durante dos décadas. Ha sido una etapa en la que me ha tocado hablar de cosas del corazón”
-En su obra todo parte del reparto de una herencia, ¿no?
-Bueno, ésa es la anécdota. Se trata de uno de los textos teatrales más importantes del siglo pasado. Yo era muy amigo de su autor y he querido rendirle un homenaje rescatando esta alta comedia que, tanto Ramón como yo, consideramos un “carrusel de emociones”. A los jóvenes es algo que les pasará, a los de mi edad nos pasa y a los mayores les ha sucedido con lo que todo el mundo puede sentirse identificado con el argumento. Debuté con Sebastián y por eso, para que no lo hiciera nadie, también he querido dirigir este trabajo.
-¿No es muy complejo lo de dar órdenes y actuar a la vez? Se perderá la perspectiva de uno mismo…
-Cuando te rodeas de un buen equipo, no es tan complicado. Para empezar, el actor con el que comparto escenario es un gran amigo, una persona entrañable, generosa y muy profesional. No deja de sorprender. Luego hay otros compañeros maravillosos a los que he consultado y que supervisaban mi labor. Y, por mi parte, sé lo que quería el autor. Nos hemos dejado llevar por el sentimiento. En este sentido, el otro día decía un artículo: “Dos tipos duros que se destrozan en esta función”.
-¿Se considera usted “galán”?
-No. Me han considerado eso durante dos décadas. Así lo veían los directores. Ha sido una etapa en la que me ha tocado hablar de cosas del corazón. Ya, con cincuenta, como que ha pasado ese momento. Adolfo Marsillach me comentó una vez: “Conforme te van cayendo años, dejas de hablar de amores”. Es ahí cuando comienzas a involucrarte con otros personajes.
“Cuando se habla de telenovelas aquí se las menosprecia bastante pero debiéramos aprender de Colombia, por ejemplo, que es el “Hollywood americano””
-¿Lleva bien lo del paso del tiempo?
-Estupendamente. Lo bueno de la edad es tenerla y a mí me fascina el paso de los años. Espero cumplir muchos más y seguir haciendo teatro.
-¿No le condiciona eso, como suelen quejarse muchas actrices, a la hora de lograr que le den papeles?
-Las modas cambian y los actores crecemos. Ahora hay chicos jóvenes que lo hacen fenomenalmente y que ocupan el sitio que nosotros ocupamos antes. Es un traspase. Nosotros llevamos heridas en el alma que podemos poner sobre las tablas.
-Esta última etapa le ha llevado laboralmente a Sudamérica, ¿verdad?
-He pasado tres años en Colombia rodando series: “La pola” y “Cinco viudas sueltas”. Aquí, cuando se habla de telenovelas se las menosprecia bastante pero debiéramos aprender de allá. Colombia, por ejemplo, es el “Hollywood americano” y están haciendo una televisión muy buena. La pena es que no la podamos ver aquí porque sé que gustaría. En España también se hacen telenovelas como “Amor en tiempos revueltos” o “Cuéntame” que, poco a poco, se ha terminado convirtiendo en eso.
-¿Tienen más salida los artistas al “otro lado del charco”?
-No, no… Hay pocas salidas en general. A mí me llamaron. Tienen un nivel actoral altísimo… ¡Si yo te contara lo difícil que es! Cualquiera no se coloca puesto que, además, nosotros tenemos el problema del acento. Ignoro si volveré pero lo que sí tengo claro es que, en este ámbito, nosotros estamos en un escalón por debajo.
-Fue uno de los referentes de la “pequeña pantalla” en los 90… ¿No echa de menos ese período?
-No. Es algo más de mi vida. Conocí a muchas personas pero aquello pasó. Hay que asumir cada ciclo y adaptarte en los proyectos.
“No opino de la “tele” de hoy día. Lo mismo la mayoría de lo que se emite no me gusta pero es posible que sea yo el que esté equivocado”
-¿Qué le parece la programación de la actualidad?
-No opino de la “tele” de hoy día. No quiero. Hay buena y mala. Lo mismo la mayoría de lo que se emite no me gusta pero es posible que sea yo el que esté equivocado.
-Creo que su referente máximo es Arturo Fernández…
-Hombre, claro… Ése sí que no tiene edad. Para mí es uno de los mejores que tenemos, un actor con mayúsculas. Cuando los demás nos damos bofetadas por llenar, él llega y arrasa. Es nuestra gran “estrella”.
-Se conoce poco de usted en su ámbito privado… ¿Por qué?
-Porque creo que mi vida no interesa. En todo caso a mí y a los míos. No he querido traspasar el límite. Soy un tío muy normal que se dedica a trabajar para mantener a mi familia y poco más. No soy un hombre de escándalos y, cara a mis hijos, quiero mantener una buena imagen.
