El popular artista se sincera con “Sevilla Magazine” con motivo del estreno hoy, en el Teatro de la Maestranza, la zarzuela “Entre Sevilla y Triana”
Ricardo Castillejo
Ha sido modelo de alta costura, y es actor, autor, coleccionista de obras de arte, empresario… Un hombre polifacético que no quiere etiquetarse dentro de ninguna categoría y que, a pesar de las tentaciones que recibe de muchas cadenas de televisión, ha decidido no claudicar ante lo que considera más importante de todo: su dignidad. Así, a pesar de las acusaciones y denuncias recibidas de su ex pareja, Ángel Garó prefiere centrarse en una profesión a la que se entrega en cuerpo y en alma a través de papeles como el de “Entre Sevilla y Triana” donde, además de interpretar, canta y baila. Está claro que, el linense, puede con todo…
-¿Qué tal en esta zarzuela? ¿Cuál es el papel que interpreta en ella?
-Pues soy un “maletilla” que también es camarero y que se enamora de Micaela, una chica de Triana. Es un personaje lleno de ternura y muy enriquecedor.
-Vuelve a sorprendernos… ¿Dónde se siente más ubicado?
-Es que yo no me explico más. He sido modelo fotográfico en París con Inés Sastre y la gente me decía que se descojonaba conmigo. Luego he doblado todos los personajes de la película “Ferngully” y me preguntaba si cantaba y bailaba. Soy uno de los autores más prolíficos de la SGAE y se me cuestiona si me hago los guiones. Lo mío es muy poco gratificante pero bueno, como sé que, cuando me muera, habrá constancia de mi trabajo, no me preocupa.
-Pero, ¿por qué le ha pasa esto?
-Es lo que sucede cuando uno rompe los esquemas. El humorista tiene que ser bajito, calvo… Yo mido 1´84 y he sido “top model”. Eso me ayuda poco para hacer reír. De todos modos, si vieras el cariño del público con respecto a la zarzuela… Venimos de Bilbao y ha sido fabuloso. El respeto empieza por no ir a tirarte del programa del trampolín. Ganando el 10 por ciento de lo que ganaría ahí, he optado por estar en el Maestranza.
-Entonces, ¿nada de “pequeña pantalla”?
-Nada. Estoy peleado con la tele. Lo que ellos quieren que haga no me interesa y lo que yo quiero hacer no debe interesarles. Y que conste que estoy agradecido. Ha sido la ventana por la que asomarme pero hay que tener cuidado. Odio eso de que “que hablen aunque sea mal”. No. Mejor que no hablen. Intento con mi humildad no apoyar eso aunque, como todos, necesito trabajar.
-Con lo que, ¿a qué se dedica?
-A cosas enriquecedoras como “Entre Sevilla y Triana”. A mi próximo proyecto (una obra muy dura que se llamará “Tango mío”), a la colección de 300 obras de arte que tengo en la Plaza de las Flores de Estepona, a dar talleres en Málaga con colapso de profesionales (algunos conocidos) para asistir… Todo menos “Islas de famosos” o “Sálvames”. La trayectoria con mi ex pareja sentimental, por ejemplo, prefiero silenciarla.
-Si mira al Ángel Garó de los 90… ¿qué ve?
-Cuando me hice popular lo pasé muy mal. Me salían herpes. Los médicos decían que era debido al estrés. Chicho Ibáñez Serrador, al que fui el único que dirigí, me ponía un primer plano pero sabía por qué. Los que me veían, no lo cogían de la misma manera. Yo no salía “vestido de chino” o “contaba chistes”.
-¿Hay algo más allá de los escenarios?
-Claro. Soy muy familiar y amigo de mis amigos y, como cocino, me encanta invitarlos. La mesa es una de las formas de tener a todos alrededor porque la cocina es una entrega de amor.
-¿Y Sevilla? ¿Qué me dice de ella?
-Soy un enamorado de Sevilla. Le he escrito a la Macarena y a la Esperanza y me han sacado en los boletines. Es más, la crítica más emotiva que me han escrito fue en Galicia y en ella me dijeron: “Eminentemente andaluz”. Para mí es un regocijo ver a la Macarena de perfil desde su camarín. Soy muy creyente.
-El Consejo de Hermandades ha advertido de que la Semana Santa no tape la fe…
-Para el que cree, Dios anda por la calle. Para el que no cree, es una ópera andante. En ambos casos, la Semana Santa es una maravilla.