La diseñadora se lanza en solitario a presentar su nueva colección, “Caminando entre volantes”, con un evento, el sábado en la Fundación Cajasol, multitudinario y exitoso.

Por Ricardo Castillejo

Visto lo visto, está claro que Ángeles Verano puede embarcarse en cualquier aventura que se proponga. Porque, después de haber pisado pasarelas como SIMOF o We love flamenco, siempre con éxito en sus presentaciones, ha decidido emprender su propio camino y congregar a su multitudinaria legión de seguidores en un espacio como fue, el sábado, el de la Fundación Cajasol. Allí se hizo la magia, para empezar, con la entrega del premio “Flamenca con Arte” el cual, en esta ocasión, recayó en la genial Ruth Lorenzo, quien, guapísima con un vestido en tonos crudos, devolvió el honor recibido con el mejor regalo que podía hacer: una canción. Con su portentosa voz, la intérprete dio una nueva dimensión, entre lírica y salvaje, a la mítica “Sevilla”, de Rocío Jurado, que supuso el punto de partida a una inolvidable tarde.

Más allá, “Caminando entre volantes” fue el título elegido por Ángeles para desarrollar una colección de 50 trajes en los que hubo varias tónicas dominantes: grandes lunares de colores, mangas largas, comodidad en las faldas (canasteras o con dos hileras de volantes, en general), y los clásicos mantoncillos transparentes, imprescindibles en el trabajo de nuestra protagonista. Desde el negro al rojo, pasando por los pasteles, Verano tiene la habilidad de realizar la mezcla perfecta entre flamencura y diseño, destacando, en esta línea, los talles altos con amplias blusas en la parte superior.

Moños bajos con flores sobre la cabeza como “look” y mucha, mucha positividad y alegría como espíritu de un tiempo compartido con rostros conocidos como los de María del Monte o Agustín Bravo, fantástico presentador del acto. Todo un derroche de valentía que supone el arranque de la temporada de la moda más esperada en nuestra tierra.