El bailaor actuará mañana sábado en el auditorio Barceló Sancti Petri Spa Resort después de recibir el reconocimiento de la Unesco como “Miembro destacado del CID” (Consejo Internacional de Danza) de la entidad

Ricardo Castillo

Antonio Canales pletorico con su titulo de la UNESCO

No tiene un hueco en la agenda hasta Navidad cuando podrá disfrutar de una semana en su tierra, Sevilla, junto a su madre querida. Y es que, a Antonio Canales, el trabajo no le falta, sobre todo, fuera de nuestras fronteras donde es un artista muy querido… y muy premiado. Sin embargo, siempre que tiene oportunidad, el bailaor ofrece actuaciones como la de mañana en la localidad gaditana de Chiclana. Allí, acompañado de Joaquín de Sola, tendremos oportunidad de disfrutar del arte de quien, de seguido, viajará a Shangai y Singapur para, con posterioridad, dar clases magistrales en Grecia y volver a Japón. Es el día a día de un personaje que, más allá de los escenarios, ha dado muchos titulares por una vida privada azarosa pero, en la actualidad, mucho más serena que en etapas anteriores.

-¿Es verdad que, a sus proyectos, ha incorporado una película?

-Sí. Se está rodando estos días y se llama “Maldita venganza”. En ella hago de un brujo que echa las cartas.

-¿Cree en la futurología?

-No. Soy muy negado para eso. Sí creo en la espiritualidad y en los chamanes pero en lo de los adivinos hay muchos impostores.

-En su futuro lo que sí tiene son muchos planes…

-(Risas) Pues sí. Tengo pendiente desde ir a Tenerife a una gira americana. He vuelto a renacer.

-Es que fue inexplicable su ausencia…

-Bueno, tuve un bache de tres o cuatro años por el desamor e intenté dejarlo pero me es imposible. Jamás lo volveré a hacer. El baile me ha llenado el alma. No puedes recordar el pasado cada dos por tres. Yo, cuando me veo en esa etapa, pienso: “Madre mía, si yo no soy así…”. Superé éxitos impresionantes, facturé mil millones de pesetas en los 90, coches de lujo, pasé la muerte de mis seres queridos… Sin embargo, el tiempo de amor, la separación y el cambio de vida pudo conmigo. Estuve en un pozo de fuego tres o cuatro años pero no guardo rencor. Que le vaya bien con su matrimonio… Yo me quedé sin autoestima pero aprendes y tiras para adelante.

-En su caso, ¿cómo lo hizo? ¿A qué se agarró?

-Debes quererte a ti y recomenzar sin miedo. Hay que pasar página y continuar. Luego pasa como con una cicatriz que, cuando le da el sol, se hace más visible.

-¿Abierto a un nuevo amor?

-Al amor en general. Tengo 51 años y ya me pilla el tema con los cojones un poco “negrotes”. Lo mismo te enamoras del hombre más sencillo del mundo. O de tus perritos, de los amigos… ¡Hay tantas cosas bonitas en el mundo que, un hombre que no ama, está muerto! Te perderías el mejor verbo del diccionario.

-Cambiemos de tema… ¿Qué le parece que, en otros países, se le valore, en premios y contrataciones, más que en España?

-En mi país la gente me adora. De eso no tengo queja porque los errores terminan pasándose por alto. Diferente es a nivel político. Eso es otro cantar. He conocido a diez ministros y, el que hay con este Gobierno, es el que más difícil lo está poniendo. Es verdad que, el flamenco, se aplaude más fuera que aquí pero es que no es momento para los artistas. Ya pasó con Dalí o Picasso. Hay muchos dictadores encubiertos y, los que nos dedicamos a esto, estamos muy disgustados. Por mi parte, estoy en el horizonte y no se es justo conmigo, no. Espero que no la “espiche” antes de que me pongan aunque sea una bocacalle en el Altozano.

-¿Cómo se baila pasados los cincuenta?

-Hombre, técnicamente hay cosas que ya no se pueden igual pero la ilusión la mantengo como un niño. Se crea alrededor tuyo un ambiente que pareces Nureyev. El corazón va en la mano.