Melanie Griffith, que siempre ha idolatrado y admirado a Banderas, ha sido la que ha pedido el divorcio de su marido

Tengo que reconocer que me ha impactado la noticia de la separación de Antonio Banderas y Melanie Griffith y no por inesperada (pues ya hacía bastante que se rumoreaba sobre la solidez del matrimonio) sino por ser ella la que haya sido la que ha pedido el divorcio al malagueño. Y es que, si echamos un vistazo a la trayectoria de la pareja, aunque el actor siempre se haya deshecho en halagos hacia su esposa, era ésta –por su forma de mirarle, de tocarle, de hablar de él-, la que transmitía mucho más amor entre ambos. Sin embargo, hasta las devociones más incondicionales se terminan y, posiblemente, lo que Melanie con sus ojos de enamorada no veía, ha terminado por caer por su propio peso llegando a un punto que, en principio, parece no tener retorno.

Para no ser injustos con nuestro paisano, hemos de reconocer en su favor que, hasta el día de hoy, ha sido siempre defensor a ultranza de una mujer de la que son públicos y notorios sus problemas con las drogas y el alcohol –y sus coqueteos con el peligro- justificando el deterioro de la que, por varias ocasiones a lo largo de sus casi dos décadas de unión, ha tenido que ser ingresada en clínicas de desintoxicación para superar unas adiciones y depresiones que, poco a poco, también fueron minando el que, sin duda, ha sido uno de los físicos más privilegiados de Hollywood.

Porque claro, el tiempo pasa, la fachada se cae y… ¿qué queda entonces? ¿Qué sucede cuando tu exterior no responde a lo que fue? Hay que ser muy fuerte para que, al producirse ese choque brutal, la cabeza siga estando en su sitio. Y además, no podemos esperar a que llegue para solucionarlo sino que, como la mayoría de las cosas, requiere de un ejercicio mental previo que nos vaya preparando para asumir eso tan misterioso y tan certero que es lo inevitable (aunque, curiosamente, nos pasemos toda la vida luchando y malgastando nuestras fuerzas por parar lo que, queramos o no, tiene que pasar).

La hija de Tippi Hedren –musa que fuera de Alfred Hitchcock-, la ex de Don Johnson y Steven Bauer, ha pasado gran parte de su biografía siendo más algo de otros que ella misma pues, hasta en la relación con Banderas, llegó a desdibujarse de tal manera que pocos recordaban su condición de gran “estrella” relegada, por propia decisión, a un segundo plano para que fuera su marido el que realmente brillara ante todas las miradas. ¿O, si lo piensan con detenimiento, no llegan a la conclusión de que ella siempre ha guardado un discreto segundo plano desde el que lo contemplaba a él con idolatría pero olvidándose de sí misma y hasta con cierto grado de dependencia emocional? Todo, desde fuera, se percibe con más claridad. La pena es que, cuando somos nosotros los protagonistas de la historia, lleguemos con frecuencia demasiado tarde a darnos cuenta de qué iba el argumento