La eterna compañera de Paco Rabal forma parte del reparto de “Sueños y visiones del rey Ricardo III” donde, en el madrileño Teatro Español, da vida a Margarita acompañada, sobre las tablas, de otros grandes como Juan Diego o Terele Pávez
Tiene 89 años pero los ojos de Asunción Balaguer brillan como los de una adolescente cuando habla, en concreto de dos temas: su profesión y, sobre todo, el que fuera su marido, Paco Rabal. Eterna enamorada del actor, la que fue su compañera fiel durante toda la vida se encuentra plena de facultades mentales y físicas, tal y como demostró en un encuentro exclusivo para nuestros lectores donde tuvimos oportunidad de asistir a una magistral lección de vida.
-¿Cuál es el método que utiliza para recrear sus personajes? ¿Alguno concreto?
-Primero aprenderme el papel, que me salga sin dudar. Si no me lo sé, soy malísima. No existe buen intérprete sin saberse su texto. La gente de mi generación está más acostumbrada al clásico: Calderón, Lope de Vega… No es tan fácil de estudiar como otros pero no se olvida fácilmente. Tiene música. La reina Margarita es una especie de agorera que avanza todo lo que va a pasar. Está muy enfadada por lo que le han hecho. En esta función, como en la vida, son las mujeres las que conocen la verdad. Supongo que el hecho de ser madre te lleva a profundizar más en las cosas, a ser más realista. Shakespeare es lo máximo. Me encantaría poder recitarlo en inglés…
-¿Le piden consejo los chicos y chicas más jóvenes del elenco?
-La verdad es que en esta compañía admiran a los mayores, escuchan, están pendientes. Si me ha salido bien me dan la mano… (risas). Ninguno nos podemos despistar ni perder el ritmo y por eso todos estamos muy pendientes de nuestras intervenciones. Por otro lado, a mí no me gusta mi casa, lo que me encanta es el teatro. Me puede doler todo y, en cuanto piso el escenario, se me quita. La afición nos puede y el contacto con el público y el aplauso son muy gratificantes. Incluso el silencio puede sobrecoger…
-¿Aún está aprendiendo?
-Claro que sí. Eso no se acaba nunca. Cada día hay algo nuevo. Suelo dormirme escuchando la radio y, cuando me despierto, sé mucho de lo que ha sucedido. El ser humano no es bueno. Nos seguimos matando sin motivo, echando a otros de sus casas…
-¿Tiene alguna deuda pendiente?
-No. La vida me ha dado muchas satisfacciones y cosas muy bonitas. Soy una persona que me moriré feliz. Me considero una privilegiada y no todos pueden afirmar lo mismo.
-Cuenta con satisfacciones como la de conocer a un gran a amor como Paco Rabal… ¿Cuál fue su secreto?
-Querernos. Fuimos compañeros dos años antes de empezar nada con lo que, cuando surgió, sabía cómo era en lo bueno… y en lo malo. Me gustaba cómo era. De él me enamoró su generosidad, lo pendiente que estaba de su familia (les mandaba regalos, los cuidaba…). Eso me impresionó y pensé que, si quería a los suyos así, conmigo sería igual. Era simpático, inteligente, luchador, generoso y bueno… A mí los ricos no me convencían. Prefería que fueran listos. Por mi parte, fui una buena esposa. Le animaba a que cogiera trabajos fuera y él, si se iba, me escribía o me llamaba todos los días.
-No lo olvida, ¿verdad?
-Nunca. Lo tengo presente siempre. Cuando voy a trabajar pienso en él y le pido ayuda. Me da fortaleza.
-Hoy día las relaciones son más fugaces… ¿Por qué?
-Porque hay que observar a las personas por dentro, no por lo que aparentan. Luego considero que el trabajo une mucho. Conozco muchas parejas en las que ambos se dedican a lo mismo y duran toda la vida juntos.
-Ha pasado por varias épocas de la historia de España… ¿Qué le parece la actual?
-De las malillas. Mi generación ha pasado de todo. Nací con la dictadura de Primo de Rivera, la monarquía, la República (que fue un resurgir de la juventud)… Ahora se lee poco pero en mi casa sí que había mucha costumbre lectora. Mis hermanos me animaban a que accediera a libros que me abrieron la mente. Veo el panorama muy confuso y al pueblo muy disgustado pero supongo que, poco a poco, se irá despertando todo el mundo. No está bien engañar al pueblo.
-Nació en Cataluña… ¿Independentista?
-Pues sí. Amo a mi tierra. La he sufrido. Cuando un hijo quiere independizarse, los padres no deben sujetarlo. No sé si para bien o para mal pero los catalanes somos un poco diferentes. Tenemos una lengua que adoramos.
-Da la sensación de no enfadarse nunca… ¿Es así?
-¡Claro que me enfado! (Risas). Cuando lo hacía, Paco se asustaba. Me disgustaba cuando llegaba tarde a casa. Sufría porque a él le encantaba la noche pero en la noche ocurren todas las cosas malas. Me aseguraba que le salían contratos… (sonríe).
-Tiene dos hijos, seis nietos y cuatro biznietos… ¿Puede cumplir con todos?
-Yo los quiero mucho. No desearía que les pasara nada malo y, lo más importante, les pido que sean honrados, que no caigan en nada deshonesto. Soy muy respetuosa con la familia. Ten en cuenta que, cuando mi hijo se separó, tuve que cuidar de sus niños, con lo que me dio lugar a implicarme como abuela.
-Porque, su día a día, ¿cómo es?
-Normal. Hice un poco de yoga con una nieta pero muy poco. Tengo jardín y cuido las plantas, salgo a comprar… He sido siempre muy independiente. Vivo sola (aunque mi hija Teresa tenga una casa al lado) y me ayuda una señora porque ya soy muy mayor para agacharme. No tengo miedo de nada.
-¿Cuál es su opinión sobre esos nuevos “famosos” que no tiene oficio ni beneficio?
-Que duran poco. La fama hay que mantenerla y no se busca, te la ganas con mucho esfuerzo. Yo no soy famosa. Solo ejerzo de lo que me gusta. Paco sí que era famoso y se lo merecía a pesar de que él no entendía eso de “el precio de la fama”. Solía comentar: “¿Con lo que cuesta encima hay que pagarla?” (risas).
