La sevillana volvió a triunfar el pasado sábado en Fibes tras un incidente, sobre ese mismo escenario, que la ha mantenido varios meses alejada de la profesión y que le ha llevado a replantear una vida en la que asegura que ahora prima el disfrutar de cada momento y el no retrasar hechos tan importantes para una mujer como ser mamá.
Es una de las mejores voces de este país y su trayectoria acumula ya veinte años de trabajo donde ha tocado con éxito estilos muy diferentes que la han convertido en un referente para el público y también para muchos artistas que ven en ella un ejemplo profesional a partir de buen hacer y de mucha constancia y trabajo. Sin embargo, la seguridad que siempre ha mostrado Pastora desde que empezó en los escenarios siendo una niña se ha visto truncada a raíz de que, el pasado mes de marzo, sufriera un desmayo en mitad del concierto que ofrecía en Sevilla. Ahora, a punto de cumplir los 36 años, la que fuera nuestra representante en Eurovisión sigue presentando por todo el país su último trabajo, Conóceme, aunque con una filosofía de vida diferente en la que su bienestar personal prima sobre un trabajo que tendrá que esperar cuando lleguen nmomentos tan importantes y esperados por ella como el de ser madre.
-¿A qué velocidad siente que han pasado estas dos décadas?
-Justo en septiembre hace veinte años de mi disco de copla, aunque tengo la sensación que han sido muchos menos. Era necesario conmemorarlo por la dificultad de pasar tanto tiempo en este mundo nada fácil y por dar un toque de atención sobre una trayectoria que se ha labrado poco a poco, disco a disco, desde tan joven cuando sabía que me gustaba cantar pero no tenia ni idea de lo que iba esto hasta ahora que sé lo que quiero y lo que no. Lo que sí mantengo intacta es la ilusión del principio.
-¿Se llega a aprender en algún momento?
-El tiempo te da eso. Saber que hay que llevarlo muy bien para mantener el equilibrio y no enfocar toda tu energía en la misma cosa ni olvidarte de disfrutarlo todo. Por fin he descubierto que mi faceta laboral es muy importante para mí, pero mi vida y mi persona lo son más.
-Supongo que todo esto viene tras su desvanecimiento en el último concierto en Fibes…
-Claro. Eso me ha preocupado mucho. El cuerpo me ha dado un aviso de que había algo que no estaba funcionando bien. Y es que a veces te vas del camino que te habías marcado y no te das cuenta. Quieres más, te ciegas… Una ambición que yo nunca había tenido y que no es buena porque dejas de ser feliz con las pequeñas cosas. Desde que empecé siempre me he preocupado por vivir lo que tocaba con la gente de mi edad. Ir al colegio, jugar con las amigas, estudiar en la universidad… y quiero que siga siendo así. Que cuando llegue a los cincuenta mi sensación no sea la de no haber vivido.
-¿A qué se debió la caída finalmente?
-Agotamiento, estrés… Me había ocurrido como unas doce veces en mi vida y se llama síncope basovagal o lipotimia, pero era la primera vez que me pasaba en público y encima del escenario. Es entonces cuando piensas en tu fragilidad y en lo expuesto que estás a lo imprevisible. Ahora estoy comiendo mucho mejor, haciendo deporte, tomando vitaminas y saliendo de una vorágine que se ha alargado durante tres años en situación extrema. Esto tenía que saltar por algún sitio y fue el día de más presión y de unos nervios que. a veces. juegan malas pasadas.
-¿Y como afrontó la nueva cita en Sevilla este mes?
-¡Atacada! No quería ni contar los días que faltaban, ni pensar en eso, porque es peor. En tu tierra nunca es un concierto más pero no podía permitir que eso me sugestionase. Además, la respuesta del público una vez más ha sido increíble y no iba a defraudarlos (aunque soy consciente de que la caída fue algo ajeno a mí, no estaba en mi mano). Es lo más fuerte que me ha pasado en estos veinte años. Por otro lado tenía muchas ganas porque es como cerrar un ciclo de muchos meses malos, quitarme una espina. Aunque yo haya vuelto a los escenarios y haya retomado mi actividad ahora es cuando siento que todo vuelve a su sitio.
-Se rumoreó mucho que pudiera ser un embarazo…
-Ojalá. Ya tenía ganas de ser madre pero me han entrado muchas más. He necesitado el apoyo de un psicólogo que me ayudara en este proceso. Estuve tres meses parada y una vuelta a cantar donde no me sentía plena, por lo que lo volví a dejar estropeando así un mes de junio repleto de actuaciones. Decisiones muy duras que no solo me afectaban a mí sino a todos los que trabajaban conmigo.
-¿Qué conclusiones ha sacado?
-Que hay que disfrutar y no se puede estar sufriendo. He decidido que no voy a dejar de hacer nada que me apetezca y menos algo tan importante para mí -y que llevo mucho esperando- como ser madre. Ya cuando Dios quiera tendré un niño. Si estuve parada por algo tan feo desde marzo hasta junio… ¿por qué no me voy a tomar un descanso para algo tan bonito como tener un bebé?
-Imagino que el espíritu maternal se le ha avivado presentando ‘Se llama copla junior’…
-Sí porque además era más cómplice de ellos que presentadora. Yo también empecé siendo niña y en ese género. Cuando pongo vídeos míos de entonces digo: “¡Ay, que lástima!”. Si veo a los “peques” con los llantos les digo que no significa nada que ganes un concurso. En realidad no creo que sea bueno empezar tan pronto. Mis padres me cuidaron mucho en ese sentido porque un niño de gira se pierde muchos momentos. No me gustaría que tuvieran prisa sino que sacaran lo mejor de esta bonita aventura.
-Llevar una carrera que ha ido avanzando tan poco a poco como la suya… ¿No agota?
-Estoy mucho más cansada que muchos de mis compañeros porque todo lo que consigo lleva un gran esfuerzo detrás. La gente me ha demostrado cariño siempre y es cierto que muchos dicen que soy una de las grandes voces de España, pero… ¡cuesta tanto! Con 17 años de bagaje decidí participar en Eurovisión para seguir avanzando.
-Y teniendo tantas cualidades, ¿a qué se puede deberse eso que explica?
-La gente tiende a encasillarte. Las etiquetas en este país son muy malas y cuesta mucho quitártelas, por eso llamé a mi último disco Conóceme. Para muchos es como si acabara de empezar. Aún así me considero muy afortunada porque tengo unos seguidores muy fieles y a los que se siguen sumando nuevos.
-Hace unos meses nos contaba que se sentía plana, ¿lo sigue pensando?
-Sí. En lo personal estoy de maravilla y en lo profesional ha sido un periodo muy oscuro anímicamente que me ha llevado a plantearme muchas cosas, pero aquí sigo, con fuerza, ilusión y ganas de trabajar. Realmente no he descansado durante el “parón” porque mi mente no ha parado, pero vuelvo renovada.
-¿Ha sido su marido su mayor apoyo?
-Es muy complicado ser pareja de un artista, hay que ser muy fuerte, pero Francis y yo nos llevamos muy bien porque él, desde su oficio, puede comprenderme. Intentamos no hablar de trabajo cuando nos vamos por ejemplo un fin de semana, desconectar. Me ha aguantado muchísimo en esta mala racha porque, al final, con quien convives, pagas todas las tonterías. Ha sido un campeón. Ya le he cantado pero quizás le componga otro tema para el próximo álbum porque se lo merece (risas).
¿Algún reproche?
-He leído muchas críticas que duelen. Me contaban que el día de la caída más de doscientos espectadores fueron a reclamar el dinero de su entrada sin ni siquiera saber aún qué me había pasado. Eso me dolió porque me hizo sentir que soy una máquina más que una persona. Es como que no puedes tener un fallo porque no te lo perdonan.