El humorista protagoniza el estreno más esperado del Festival de Teatro Clásico de Mérida donde esta noche representará “Golfus de Roma”, su bautismo en un musical en el que demostrará unas dotes artísticas que llegan mucho más de lo que, hasta ahora (y ha sido mucho), hemos conocido…

Carlos Latre lleva dos décadas haciéndonos reír con imitaciones que borda y que le han valido la merecida admiración y reconocimiento del público. Con espectáculos propios en los que ha dado rienda suelta a su versatilidad como artista, hoy se estrena como protagonista de un musical, “Golfus de Roma”, gracias al que tendrá oportunidad no solo de disfrutar de un escenario como el del Teatro Romano de Mérida sino, más allá, de demostrar que lo suyo no es ninguna broma. Televisión, cine, radio… y, ahora, un texto clásico pero bajo el paraguas de ese territorio del humor dentro del que Latre es un referente y un auténtico maestro que, eso sí, no deja de sentir los nervios lógicos de saber que sobre él están puestas todas las miradas… y todas las expectativas.

-He leído en tus redes que estás muy nervioso…

-Nervioso no, aterrado… Imagínate que es salir de mi zona de confort con algo muy grande. Cuando esta semana estuve por vez primera en el Teatro Romano se me pusieron todos los pelos del cuerpo de punta pensando, además, que es mi primer musical, la primera vez que el público me va a ver en un registro completamente diferente, con un protagonista… Lo que sí se suman, a parte iguales, ese terror con la emoción, con el hecho de estar muy bien rodeado de compañeros increíbles… Soy de los que se suben al trampolín más alto, muerto de miedo, pero para tirarme. El cien por cien de las cosas que no intentas salen mal con lo que, estos retos, hay que asumirlos. Ni soñé estar donde estoy en mi carrera así que todo me lo tomo como un regalo.

-¿Supone un antes y después para ti?

-Es un paso más. No voy a dejar de ser imitador-showman, de colaborar en televisión en programas como “Tu cara me suena” o “El hormiguero”… Soy quien soy y estoy muy orgulloso de esta trayectoria de 25 años y de tener la suerte de ser querido, seguido y, a pesar de las distancias, “abrazable”. En España somos muy etiquetadores. Uno nace imitador y se muere imitador, pero, por mi parte, no creo en eso. Se puede ser multidisciplinar. Lo único que tienes es que ponerle pasión y toda la energía.

-“Golfus de Roma” se anuncia como el “musical más divertido de la historia”…

-Los musicales me apasionan y soy de los que va por el mundo viendo musicales. A Nueva York voy, mínimo, una vez al año y tres o cuatro, a Londres. Viajo por Francia, Italia… para empaparme, aprender y seguir aportando a mis propios “shows” ingredientes que voy viendo fuera. Éste es un musical clásico y muy disruptivo, al que Dani Anglés, el director, ha sabido darle una vuelta de tuerca para “sigloveintiunizarlo”, tarea que no ha sido fácil pero que, creo, la gente va a apreciar. A mi personaje lo comparo con el genio de la Lámpara de Aladdin, un loco que ansía la libertad pero que, con mucho corazón, busca todas las artimañas para ser libre.

-¿Te has sentido tú preso alguna vez de algo?

-Sí, indudablemente. Te repito que el nuestro es un país maravilloso en muchos aspectos, pero donde se te encuadra en un sector del que no puedes salir a no ser que sea a golpe de pelotazo. Es nuestra idiosincrasia, pero a mí me gusta romper moldes y barreras, pues hay que hacer lo que uno sienta, no lo que te digan que tienes que hacer.

-En este caso llevas las limitaciones de un guion que no permite tanto la improvisación como con tus imitaciones…

-He vivido en la improvisación, con más de 1.000 “Crónicas Marcianas”, espacios de todo tipo… Si equiparamos con los pilotos de avión serían más de 10.000 horas de vuelo que me han permitido poder manejarme en todos los “fregaos”. Claro que aquí he tenido que volver a estudiar muchísimo, estar muy coordinado con la dirección, la coreografía, el resto de la compañía -al lado de la que hemos tenido una especie de “Gran Hermano”, compartiendo casi hasta las horas de sueño-… Me ha recordado a mi época en Londres, cuando estudiaba a Shakespeare en la que fue una etapa muy dura pero muy gratificante.

-¿Estará tu hija Candela entre el público?

-Por supuesto. Y Yolanda, mi mujer. Me hace mucha ilusión que venga mi familia y mi gente y, quienes no puedan, se acercarán a La Latina, en Madrid, a partir de septiembre. Candela tiene quince años, pero piensa que tiene veintiséis por lo menos (risas). Para la próxima gira quiere estar trabajando aunque sea en producción porque quiere vivir el mundo el espectáculo desde todas las vertientes y aristas.

-¿Algún consejo que le des?

-El mejor que a mí me dieron es que fuera la mejor versión de mí mismo. Le comento que no se fije en los demás sino en lo que ella pueda aportar. Yo quiero ser la mejor versión de Carlos Latre, no la mejor versión de otros o de lo que esté de moda y para ello no hay otra que trabajo, trabajo, trabajo, esfuerzo, ilusión y pasión.