El primogénito de la duquesa de Alba ha solicitado el título más importante de su difunta madre
Era cuestión de tiempo y ya se ha producido la petición. Carlos Fitz-James Stuart, a sus 66 años, ha solicitado nueve títulos con Grandeza de España (entre los que se encuentra el ducado de Alba de Tormes). Y aunque para ello tendrá que esperar 30 días –plazo que estipula la ley para comprobar si otros interesados reclaman dichos estatus-, el caso es que no parece que exista ningún problema para que logre su objetivo: convertirse en el decimonoveno duque de Alba. Sea como sea, Carlos gestiona los asuntos financieros de la familia desde que en 1972 falleciera su padre de forma prematura algo que, sin duda, le ha ayudado para ganar una experiencia que le permitirá organizar todo lo correspondiente a tan veterana institución de forma correcta.
Él, que poseía el ducado de Huéscar (que deberá cederle a su primogénito, Fernando), aspira también a ser duque de Liria y Jérica, de Berwick, conde de Lemos, de Miranda del Castañar, de Monterrey, de Lerín y Osorno y marqués de Carpio. Sin embargo, como todo en la vida, adquirir esos honores tiene un precio que, en este caso, asciende a 24.291 euros (2699 por cada uno al ser de transmisión directa).
Con una intimidad bastante discreta, nuestro protagonista se licenció en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, heredando de su madre el amor por el arte y la cultura. En cuanto a sus aficiones, el esquí y navegar, algo sobre lo que ha declarado: “Soy patrón de un yate pequeño y algo viejo aunque me gustaría poder dedicarle más tiempo a esa actividad”.
Oficialmente soltero, en 1988 anunció su compromiso con Matilde de Solís-Beaumont y Martínez Campos, hija de los marqueses de la Motilla y condes de Casa Alegre con la que rompió en el 2000 (recibiendo su nulidad eclesiástica en 2006). Con dos hijos, el mencionado Fernando (1990) y Carlos, (1991), últimamente se ha visto en el punto de mira público al haberse comentado que podría haberse enfrentado con su hermana Eugenia, echándola de su casa (algo que ambos enseguida se han encargado en desmentir).
