La esposa de Curro Romero ha sido elegida para convertirse hoy en la madrina de la XXX Exhibición de Enganches en la Maestranza.
Es sevillana “de pura cepa” con lo que, cuando le llamaron para ofrecerle el madrinazgo de la Exhibición de Enganches -que, en la Maestranza, cada año pregona la Feria de Abril-, no dudó ni un momento, con toda la humildad, aceptar un honor el cual, por si fuera poco, coincide con el treinta aniversario de tan hermosa tradición. Acompañada de su hija Carmen, la esposa de Curro Romero, Carmen Tello vestirá hoy un sencillo traje color coral de la estupenda firma Pol Núñez –que debe ser de líneas muy limpias para no quitarle protagonismo a la mantilla de Bruselas del siglo XVIII, regalo de su boda, que lucirá-, para cruzar las puertas, en coche de caballos, de ese templo del toreo en el que su marido tantas y tantas veces ha hecho la vuelta al ruedo. Paradojas de la vida ahora le toca a ella salir por la “puerta grande”…
-Es muy amante de nuestras tradiciones, ¿verdad?
-Sí, mucho. No deben dejarse porque solo una pequeña parte del Sur sigue haciendo esto de las mantillas y los carruajes. Tiene mucho mérito y más en nuestra ciudad, donde todo es tan colorido. A la gente que viene de fuera, ya sean extranjeros o de otros puntos de España, es algo que le vuelve loca.
-¿Cómo ha asumido esta responsabilidad?
-Con alegría. Voy a ir en mi coche con mi hija Carmen, a la que he convencido porque le daba apuro. Será muy emocionante entrar en la Maestranza. Soy sevillana pura y esto lo llevo muy arraigado dentro.
-¿Qué le ha dicho Curro?
-Que no podrá acompañarme porque el sitio estará muy concurrido. El otro día fuimos a una corrida y tardamos una hora y cuarto en salir. En diciembre cumplió 81 años y está bien pero se cansa y no puede andar demasiado.
-Fíjese usted en la Maestranza igual que hacía él…
-Por eso es para mí algo sagrado. Hay mucha expectación…
-Enseguida vendrá la Feria…
-Yo a la Feria, desde que me casé con Curro, suelo ir poco. Él no disfruta como otra persona pero está claro que es un estallido de color y de luz donde todo el mundo aparca los problemas. Es bueno pasar unos días de olvido de tristezas y preocupaciones. Voy con mis amigas un día y otro con mis nietas a dar una vueltecita.
-Cayetana fue madrina también de los enganches, ¿verdad?
-Sí. Disfrutaría muchísimo de verme con mi hija. Aunque no nació en Sevilla apoyaba esta tierra como si fuera de aquí. Le encantaban los toros, la Feria, la Semana Santa… Apoyaba todo lo que podía.
-¿Le ha cambiado la vida el hecho de no tenerla?
-Hombre, me cambió cuando se casó pero es evidente que la echo mucho de menos. El no poderle consultar cosas, por ejemplo. Me daba muy buenos consejos porque me quería mucho y estábamos muy unidas. Con Alfonso estuvo seis años y ya no pasábamos tanto tiempo juntas porque estaba menos sola.
-Dígame algo que se haya quedado suyo, de su carácter…
-Esa alegría, ese optimismo, esa personalidad, la lealtad, la fidelidad, la verdad (decía todo como lo pensaba)… Una personalidad arrolladora que compartí a lo largo de treinta años.
-Parecía que no se iba a ir nunca, ¿no?
-Desde luego. Incluso esta última vez creí que era otro altibajo. La cabeza la tenía perfecta.
-¿No piensa que, para lo querida que era, se le han hecho pocos reconocimientos posteriores?
-Es que en vida le dieron tal cantidad de homenajes y premios… El mayor de todos fue que toda Sevilla saliera a la calle a despedirla. Lo mismo algún día se le hace algo pero lo importante es cómo sentía ella que se la quería. La plaza de toros, los teatros se levantaban a saludarla, tuvo su Medalla de Andalucía…
-¿Mantiene la relación con Alfonso?
-Mucha aunque, en este preciso instante, un poco menos. Quiere venirse unos días después de Feria. Nos vemos, comemos con los amigos. Me quiere mucho y dice que ha sido para él una suerte habernos conocido.
-Lo que sí parece un poco triste que, habiendo tenido tanta amistad con la duquesa, no mantenga ningún vínculo con sus hijos…
-El tiempo pone a las personas en su sitio y, de hecho, ya las está poniendo. Mi amiga era ella. De los hijos solo traté al mayo y un poco a Eugenia pero poco a poco se está viendo que lo único que nos unía y que deseábamos era el cariño. Todos lo saben.
-Es decir que su contacto con la casa de Alba es nulo…
-Mi vínculo y mi relación era Cayetana. Para mí la casa de Alba era la duquesa. Lo que venga, excepto Alfonso, no me interesa nada.
-¿Se siente cómoda como personaje social?
-La verdad es que sí. Me he portado bien con la prensa. Nunca me he negado a nada. Dicen que hay que hacerlo pero no sé decir que no. Creo que los periodistas me aprecian. No diría que me quieren porque no somos ni hermanos ni primos pero jamás he cobrado nada ni he vendido un producto.
-Su hijo Enrique también se ha convertido en un rostro popular…
-Él es el más independiente de mis hijos. Se fue a América, Inglaterra… Le encantan los hoteles. Está abriendo con los hermanos algunos y lleva la parte de artistas, pintores que exponen… Es el más aventurero. Siempre está pensando qué va a hacer aunque, en relación a los medios, creo que se ha dado cuenta que es mejor apartarse un poco. Va a sitios, porque es como yo –que tampoco sabe negarse-, pero parece que está más reservado. Es muy amigo de Tamara y salió por eso.
-¿Le hubiera gustado ser consuegra de Isabel Preysler?
-(Risas) Me encanta la amistad con Tamara e Isabel Preysler también me gusta mucho pero mi hijo y su hija solo han sido amigos y de eso no ha pasado porque, entre otras razones, él es muy joven (tiene solo 24 años). Sea como sea, claro que me hubiera encantado ser consuegra de Isabel.
-¿Es verdad que, como ella, se ha metido a empresaria?
-(Risas) Bueno, mi amiga Marta y yo hacíamos muchos eventos y hemos decidido que, como por edad y temperamento podemos, vamos a trabajar con el catering del hijo de Rafael Juliá para implicarnos en algunos proyectos. Pretendemos algo diferente que gire en torno a las bodas, a las celebraciones… Ya que he sido anfitriona en casa, deseaba llevar esta experiencia a ámbitos similares.
