Yo no sé si a vosotros os pasa pero, a mí personalmente, María Jesús Ruíz, en sus expresiones y su forma de hablar, me recuerda muchísimo a María José Cantudo. Supongo que lo dará la tierra jiennense de Andújar donde ambas han nacido porque es curioso que, con varias décadas de diferencia, el discurso de las dos suene -insisto que a mis oídos- parecido. Claro que mientras que a la vedette, por la época que le tocó vivir, lo de esa aparente inocencia suya se le ajustaba como un guante, en el caso de la Miss, en pleno siglo XXI, dicha similar actitud de constante pulcritud parece ya un poco obsoleta.
Digo esto porque de pasada la he escuchado varias veces, mientras concursa en “Supervivientes”, encomendarse a la Virgen de no sé dónde al tiempo que advertía a una compañera joven sobre cómo debía tener cuidado en su camino porque no hay piedra más peligrosa contra la que tropezar que la de los hombres. Vamos, la visión más rancia del eterno conflicto del colectivo femenino y masculino en el que, unas y otros, en raras ocasiones se terminan de entender.
Encima hay algo en esta chica que no queda claro pues, mientras que, en entrevistas y en circunstancias normales suele ir como de digna y de educada, luego se escuchan de ella cosas que la acercan -sino la sumergen de lleno- al lado de lo vulgar. Si a eso le añadimos sus vaivenes en la relación con José María Gil y su actual pareja, Julio Ruz, su perfil no puede resultar más farragoso.
Claro que, si lo que pretende es ser “carne” de cachondeos e imitaciones, el objetivo está más que conseguido, aunque mucho me temo que eso es algo que nunca llegaremos a desvelar con claridad del todo.