La hermana de Ivonne Reyes concede la primera entrevista de su vida para presentar “Siempre estaremos a tu lado”, novela coral en la que el lector encuentra claves para entender la vida gracias a los ángeles que nos protegen

Ricardo Castillejo

Una advertencia de algún amigo o familiar, un mensaje en el móvil, una intuición propia. Las formas en la que los ángeles se ponen en contacto con nosotros son muchas y muy diversas. Solo hace falta querer escuchar y dejarse llevar por quienes, al final, lo que buscan no es otra cosa que nuestro bienestar hasta en momentos tan complicados como el del fallecimiento de un ser querido. Una experiencia que vivió en primera persona Clairet Reyes cuyo marido, Gilberto Hernández, se “desencarnó”, como ella prefiere decir, el pasado mes de diciembre al no poder superar un cáncer a raíz del cual la hermana de Ivonne Reyes decidió tomar el camino de la literatura para compartir en “Siempre A estaremos a tu lado” las historias vitales de varios protagonistas con los que todos podemos sentirnos identificados. Amable y cariñosa, nuestra protagonista, con dos hijos, predica con su ejemplo que, superado el luto, hay que seguir luchando y confiando en que los ángeles están ahí, esperando ser descubiertos. Solo es cuestión de pedirles… y confiar en ellos.

-¿Por qué decidió emprender esta aventura literaria? ¿No había demasiado dolor?

-Claro. Tuve mi período de luto y, durante tres meses, me permití llorar todo lo que quise. Las enfermedades tan fuertes como el cáncer las padecen los afectados pero también las familias. Hay algo ahí que hace que se desnude el alma porque ésta parece salir del cuerpo. Conocí a mi esposo hace 27 años. Fui a una entrevista de trabajo y, casualidades del destino, el jefe que me la tenía que hacer no estaba y le tocó a Gilberto. A los dos años empezamos nuestra relación. Cuando me vi con dos hijos y un marido enfermo, solo pensé: “Que se haga tu voluntad”. Lo dejé todo para cuidarlo, empecé a escribir y, gracias a eso, estoy ahora de pie. He sido testigo de situaciones increíbles como la recuperación de un ictus que mi esposo sufrió tras la quimioterapia y que él mismo relata en un vídeo en Youtube.

-¿Cuál debe ser nuestra relación con la muerte?

-Veo que en España se le tiene miedo pero en Venezuela, mi tierra, y en Hispanoamérica en general, como las familias son tan grandes, la tenemos como más asumida. Su certeza es lo único que te permite vivir la vida con intensidad. El nuestro es un día a día con fecha de caducidad.

-Para muchos, una pérdida supone abandonar la fe religiosa…

-O reforzarla. A quien le toca partir es porque le ha llegado su final y ha terminado su camino. Eso hay que asumirlo. Luego, el mundo continúa.

-¿Siempre creyó en los ángeles?

-Bueno, nuestra familia es muy religiosa. De hecho, Ivonne y yo éramos catequistas de la Iglesia Carismática. De todos modos, los ángeles van más allá de una religión concreta (e incluso de las religiones en sí mismas). Son esa sensación de estar acompañado de alguien y no saber de quién…

-Usted insiste mucho en su libro en las señales que los ángeles nos mandan…

-Sí. No solemos verlas porque no guardamos silencio para escucharlas. Es como cuando quieres hacer una llamada y la línea da problemas. Lo mismo es que no es el momento para llamar a esa persona. Son señales cortitas, como susurros, pensamientos… A mí me ha llegado a hablar la televisión (risas). Solo se trata de prestar atención y ser receptivos.

-Parece que habla de la intuición, ¿no?

-Es que tiene muchos nombres y el de la intuición es uno de ellos. En el amor, por ejemplo, la decisión es de cada uno y, si te va mal, puede ser un aprendizaje. Lo malo es que nos complicamos las cosas no escuchando y haciendo lo que no nos corresponde.

-¿Ivonne es ángel o… diablo?

-(Risas) Ella tiene una vibración muy alta. Pertenece a un mundo donde la imagen y el físico son importantes pero es un ser humano extraordinario.

-¿Cómo se ven las cosas desde el otro lado de una famosa?

-Es que nosotras trabajamos juntas desde hace mucho. Yo nunca he querido ser artista con lo que no hay celos ni nada raro. Lo menos bueno es que no se puede salir a cenar o al cine con normalidad. La gente la quiere mucho y, su abanico de público, es muy amplio pues, aunque no haga ahora pantalla, la siguen recordando y admirando. Es mi hermana menor y yo no le endulzo la vida. Soy crítica con ella y ella también lo es consigo misma.  A veces tengo que advertirle de que no hay que darle valor a comentarios ajenos pues, de esa forma, le das poder sobre ti a quien ni siquiera conoces.