La actriz llegó ayer a Sevilla para representar “Hécuba” en el Lope de Vega y disfrutar de nuestra ciudad durante unos días en los que tiene previsto ir a ver a la Virgen de la Macarena, pasear en coche de caballos y acercarse al barrio de Santa Cruz, uno de sus rincones favoritos siempre que nos visita
Conchita, Concha, doña Concha Velasco. Ahí, implícita en su propio nombre, está la evolución vital de una de las artistas más queridas de nuestro país. Una mujer de la que conocemos prácticamente todo ya que ha sido siempre tan generosa con su público que no solo ha compartido sus magistrales interpretaciones sino, más allá, los avatares de una vida a la que, por fin, parece haber llegado la felicidad. Con un pasado en el que destaca la turbulenta relación con Paco Marsó, la vallisoletana se ha “cortado la coleta” en lo que a parejas se refiere y ha optado por disfrutar del día a día sin lastres sentimentales que la opriman.
-¿Es más complejo interpretar un clásico como “Hécuba” a los textos de otros autores?
-Ahora puedo decirte que no pero, cuando me puse a estudiar, pasé un mes y medio con el libreto hasta tal punto de enfadarme con mis hijos y mi hermano porque solo sabía hablar. Dejé de hacer otras cosas y pensé que hasta económicamente me había equivocado pero era algo de mucha responsabilidad estrenar en Mérida. ¿Qué provoca eso? Pues el hecho de que se reivindique sobre el escenario que si a los seres humanos se les quita todo, se convierten en perras como Hécuba. Es una madre que lo ha perdido todo.
-¿Actuaría como ella matando a quien atacase a sus hijos?
-No lo sé. Que Dios no me ponga en la disyuntiva. Reconozco que estoy en contra de la pena de muerte. Si los asesinos matan, nosotros no tenemos por qué vengarnos con la misma moneda.
-¿Los hijos son lo más importante?
-Yo creo que sí. En mi caso, ellos y mi nieto. El dolor de una madre que pasa por la experiencia de Hécuba debe ser terrible pero es que, si coges un periódico, te das cuenta de que están llenos de personajes como la reina de Troya. Las guerras las provoca la economía y las injusticias de los políticos.
-Usted, durante una época, estuvo muy vinculada a la política… ¿Se ha desengañado?
-Soy socialista y no me gustaría perder la confianza en nuestros líderes. Meterlos a todos en el mismo saco es una manera de refugiarnos para no comprometernos. Eso sí, me ha desilusionado enormemente la democracia. Cuando empezó me encantaba ver las discusiones en el parlamento pero, la última década, eso solo me provoca dolor. Unos y otros se echan las culpas olvidando que son nuestros representantes y tienen una misión. No buscan lo mejor para el pueblo.
-Con lo presumida que es, ¿no le asusta un poco verse tan mayor en este papel?
-No me importa nada y, de hecho, me encanta. Soy actriz y, más allá, la abuela de Samuel. ¡Qué ganas tengo de traerlo a Sevilla!
-¿Por qué tiene ese romance eterno con nuestra ciudad?
-Porque he trabajado aquí mucho. Vine al Lope por vez primera en 1955 con una ópera donde hacía de primera bailarina y con un elenco en el que estaba Alfredo Kraus, mi padre me acompañaba cuando bailaba en la compañía de Manolo Caracol, con Paco Marsó pasé unos días en una especie de “Luna de miel” (porque ya estaba la cosa regular), en el Hotel Doña María…
-¿Su vida ha sido más drama o comedia?
-Una mezcla. Como la de todos, una tragicomedia en la que me ha gustado mucho reírme…
-Una reflexión, ya que ha vivido el amor tan intensamente, sobre este sentimiento…
-Sí que lo vivido así… Lo que pasa es que tengo rencor por los hombres… Será que se me ha pasado el arroz. Siempre me he enamorado de personas que no tenían nada que ver con mi forma de ser… Quizás ése ha sido el fallo. En Estados Unidos te piden el ADN para casarte pero nosotros no preguntamos… A mí me han engañado todos con los que he estado.
-¿Cómo contempla su presente?
-Mira, desde hace diez años me acuesto todas las noches pidiendo por mí y por mis hijos y por poder dejarles mis deudas cuando ya no esté. Quiero que me visiten en el cementerio, llegado el momento, sin preocupaciones.
-A juzgar por cómo se la ve queda para eso…
-(Risas) Soy así. Como mi hermano. Últimamente me está saliendo una arruga en el ojo con Hécuba y estoy encantada (risas). Soy Conchita Velasco, ¡la de los pómulos! Solo me preocupa el cuello pero para eso hay pañuelos o cuellos altos. Por lo demás, estoy encantada de la vida…