El cantante se coloca en el número uno de las listas oficiales de ventas con “Lo que me dé la gana” al tiempo que, afectado por todo lo que el Coronavirus está suponiendo, se muestra más cercano que nunca.
Por Ricardo Castillejo
Su edición con “bolsa sorpresa” de “Lo que me dé la gana” no puede ser más generosa, regalándonos en ella desde un diario de a bordo -escrito de su puño y letra y con reflexiones muy personales de su día a día-, hasta unas postales fotográficas con imágenes suyas, pasando por un “rasca y gana” -con el que podemos ganar un “Golden Ticket” que nos dé acceso a los conciertos de la gira-, o incluso un preservativo que él propuso entre bromas pero que, finalmente, su compañía materializó como un presente más para sus seguidores. A sus 43 años, el que fuera líder de “El canto del loco” reconoce que, ante la falta de conciertos -y otras comparecencias públicas- de los últimos meses, está más intranquilo que nunca por el lanzamiento de sus nuevos temas.
-Ese “número uno” en ventas que has conseguido, ¿no palia tu nerviosismo?
-Al contrario. Cuando termine las entrevistas no voy a tener nada más que hacer y ésa es una sensación, rara y diferente, a la que nos tendremos que acostumbrar, al menos, durante un tiempo.
-“Lo que me dé la gana” llega cuando menos podemos hacer lo que queremos…
-Artísticamente sí que me he dado el permiso de ir por dónde deseaba, pero, en lo demás, toca cumplir con lo que nos digan. Lo único que no sé bien qué es lo que tenemos que hacer porque cada día es algo distinto, cada Comunidad tiene unas normas… Creo que los gestores de esta situación son bastante nefastos.
“Tengo muchísimas inseguridades, casi todas de forma irracional y, sobre todo, ante las incertidumbres”
-¿Has logrado en tu vida moverte con libertad absoluta?
-Bueno, no soy ocupa, ni ácrata, ni nada de eso. En todo caso en la creatividad, en los álbumes, en mis giras sí que he hecho lo que consideraba, pero, en lo demás, soy un ciudadano que intenta cumplir las normas.
-Eres uno de nuestros “pesos pesados” musicales, aunque, en los textos de tu diario de este trabajo, transmites bastantes inseguridades…
-Para empezar, aunque no lo creas y suene falso, no me considero uno de los “pesos pesados” de la industria de este país. Soy una persona que hace canciones, que tiene mucho que aprender y que, con una vida normal, intenta, a través de la música, sacar sus emociones y lo que le pasa. Y sí, tengo muchísimas inseguridades, casi todas de forma irracional y, sobre todo, ante las incertidumbres. El mundo en el que me muevo las genera y hay muchas cosas que no dependen de nosotros, como el no saber si tu obra gustará a la gente. Luego, encima de un escenario me transformo y salgo como un león.
-Sin embargo, llevas aquí colaboraciones con Alejandro Sanz, Sabina, Juanes, Coque Malla… que, entiendo, no apostarían por cualquiera…
-Pero eso es algo de ellos (risas). Cada uno se junta con quien quiere, no les voy a juzgar por esa razón (risas). Es un regalo que ha surgido de manera natural. Son personas que están en mi vida y con las que comparto muchos momentos y, cuando algo sucede así, es más bonito y está justificado. Me considero muy afortunado porque, además, son artistas a los que admiro mucho.
“Me daría pudor salir a contar mis vergüenzas en televisión o sacar fotos de mi vida privada, pero, la desnudez de lo que uno es y representas, es valiente y la voy a seguir mostrando”
-También me parece curioso que, transmitiendo una imagen bastante pasota -de hecho, tu portada es una mano haciendo una “peseta”-, en lo que escribes se te percibe como alguien tierno…
-Se puede ser “chuleta” en ciertas cosas y también ser alguien tierno. No por hacer una “peineta” significa que no tenga actitud. Componiendo, creando o actuando puedo tener un punto de levantar el cuello, pero mi discurso y mi ideología tienen que ver más con la ternura. Y la “peineta” es para mí, para mis corsés y mis prejuicios, por no haberme permitido hacer lo que deseaba, pendiente de según qué aprobaciones.
-¿No te da pudor mostrarte tanto? Enseñas un dibujo de tu corazón, blanco, pero también con una importante parte negra…
-Es precioso enseñamos esa parte. Últimamente compartimos lo bien que nos va todo, los viajes que hacemos, lo que comemos, lo estupendo de nuestros hijos, pero nos hemos olvidado de hablar de las emociones, que es algo genial. Me daría pudor salir a contar mis vergüenzas en televisión o sacar fotos de mi vida privada, pero, la desnudez de lo que uno es y representas, es valiente y la voy a seguir mostrando.
-¿Tantos regalos con el CD es porque se necesita dar más que nunca para vender?
-Siempre lo he hecho así. Antes con “El Canto…” y, desde “Pequeño”, llevábamos un libro de más de cien páginas con un CD y un DVD… Es cuidar al que va a una tienda y quiere emocionarse con lo que contiene un disco, saber de dónde viene… Es un poco del romanticismo que se ha perdido con la era digital, aunque se haya ganado en otros sentidos.
-¿No te planteaste incluir una mascarilla?
-(Risas) No porque se hizo antes de la pandemia. Iba a salir en marzo y se ha tirado en un almacén un añito, esperando su turno, pero la vida sabe por qué pasa todo. Ahora toca disfrutar de lo poquito que tengamos.
-¿Te cambiaron en algo los cuarenta?
-No sé… Yo me siento como cuando tenía veinticinco o treinta. Tal vez me han dado más sosiego, hacer deporte, comer mejor, más rutina en el día a día (no en el escenario)… En resumen, lo definiría como quererme más que antes.
