Feliz en “Los Miserables” –que comenzarán en Fibes a partir del próximo viernes-, Daniel Diges confiesa que ha madurado como intérprete y como persona
Con las ideas mucho más claras que nunca se presenta Daniel Diges a una entrevista en la que reconoce, por vez primera, haber hablado de cuestiones sobre las que no suele pronunciarse, como la política. Rapado para que su personaje de Jean Valjean sea aún más creíble, el actor pasará en Sevilla del 5 al 14 de diciembre participando en el que es considerado uno de los musicales más importantes de la historia.
-Anteriormente formó parte de “Los Miserables” pero ahora todo el peso recae sobre usted… ¿Ha sido complicada la preparación de este papel?
-Sobre todo en lo que se refiere al conflicto interior constante que tiene. Cambia de edad, de actitud ante la vida, de forma de mirar, de andar… Está considerado uno de los roles masculinos más destacados. Empieza con 49 años y termina con casi 90. Aparte, es muy bonito ver gente que no daba un duro por mí y que me digan que se han equivocado. Terminé “Hoy no me puedo levantar” y me volvieron a llamar para hacer la prueba de Valjean. Les gusté y me fui a Londres porque es allí donde, en la productora, te preparan. Lo que sí tuve que leerme es el libro, porque es la mejor Biblia para captar la esencia de este santo que estuvo tanto tiempo en la cárcel que hasta llegó a creerse que era lo que le decía la sociedad que era. Si todos fuéramos como él, no habría ningún problema.
-Es una historia, entre otras cosas, sobre el bien y el mal… ¿En qué lado se encuentra Daniel Diges?
-Soy buena gente. Ayudo a mis amigos, a quien es buen artista… Eso no significa que no me haya encontrado mucho “hijo de…”. Me han prometido mucho y no me han dado nada y por eso me ha costado llegar hasta el doble que a otros. Incluso tuve un productor que me dijo que no sería cantante o un representante que me ha tenido más de un año sin hacer nada. De todos modos, el ochenta por ciento de las experiencias han sido buenas.
-¿Qué se hace en esos casos?
-Mi reacción es separarme y no darle importancia. Lo mejor que puedes hacer es ignorar a la maldad y a las críticas incoherentes que, a veces, se hacen en plataformas como twitter. Ya me hacen gracia porque vienen de personas muy infelices. Que cada uno tenga la opinión que quiera. Lo importante es crecer, no estancarte.
-¿No se le ha ido la fuerza como a Sansón cortándose la melena?
-No. Al contrario. Tengo más (risas). Lo echo de menos pero hace que entiendas mejor a Jean Valjean. Huhg Jackman se rapó para el cine y marcó un antecedente. Es un papel que me está haciendo madurar mucho. El pelo me da igual. Lo propuse a mis jefes y les agradó ese “morbo”. Cuando te dedicas a esto no importa el aspecto. Últimamente está de moda el típico actor con “musculitos” y perfecto y yo no considero que haya que estar perfecto siempre.
-¿Cómo reaccionaron en casa su chica y su hijo al descubrirlo así?
-Se rieron. Me vieron por Skype y no podían parar de hacerlo. A mi madre casi le da un ataque al corazón (risas).
-¿Podríamos considerar que se ha convertido en el “rey” del musical en España?
-Puede ser… Para empezar ha sido algo muy trabajado. Nunca he renegado del género, como sí han hecho otros compañeros. He ido ascendiendo en la profesión y entiendo que me he consagrado dentro de un nivel que me he “currado”. Mi sueño es crear pequeños musicales con música original pero más adelante…
-Quienes se dedican a este campo, ¿tocan más “palos” pero con menos calidad cada uno de ellos?
-Eso se pensaba, pero está cambiando. A mí me han llamado para hacer textos teatrales y lo podría hacer. Y cantarte en un disco lo que quieras. Hasta “Nessun dorma” o una ópera si me pongo. El nivel es mucho más exigente y existe mucha preparación. Antes se cantaba un poquito y se actuaba un poquito pero ya no. Me han llegado a hacer hasta 18 pruebas antes de contratarme para un montaje musical. Yo me siento un poco portavoz de esa lucha que, poco a poco, estamos ganando. El público se queda sin palabras. El musical se consideraba algo hortera pero, en estos momentos, es lo más grande y, el que piense que el actor de musical es mediocre, es un inepto.
-En “Los Miserables” hay una clara incitación al levantamiento del pueblo ante la política… ¿Debiéramos tomar ejemplo?
-Por supuesto. Cuando hacemos la canción del pueblo es nuestro presente. Víctor Hugo lo escribió hace 200 años pero… ¡fíjate qué poco ha cambiado el mundo! Emocionalmente seguimos igual pero armas, ni de coña. La guerra no es necesaria nunca. Es tan inculta… Apuesto por soluciones intelectuales, por ser más prácticos y más sensatos en general. Tampoco debemos dejarnos engañar por quien promete demasiado porque pueden ser peores que lo que hay… Existen otras alternativas.
-¿Cuáles?
-Nunca me meto en política pero lo que ofrece Rosa Díez me gusta. Y si el PSOE o el PP cambiaran también podría ser. Hay que votar a personas de las que nos fiemos.
-Con un argumento tan intenso, ¿le quedan ganas para contar sus famosos chistes?
-(Risas) ¡Sí! Soy el mismo cachondo de siempre haga lo que haga. Hago bromas con las maquilladoras, los de vestuario… Soy como soy aunque tenga el pelo corto (risas).
-¿No tiene ninguna manía de “divo”?
-Para nada. Creo que soy el “antidivo”. Odio a los divos y divas. Me parece ridículo. Si tienes talento no te hace falta esa actitud. He conocido a tantas… (más mujeres que hombres, la verdad). ¿Dónde vas siendo divo? Lo que hay que ser es justos, pedir lo que tengas que pedir pero de forma normal. Si consideras que debes cobrar más, lo negocias. En mi vida seré divo y, si llegara el día, que alguien me meta un par de “hostias” y me lo haga saber (risas).
