Viajó de Sevilla a Madrid para estudiar periodismo y la moda le atrapó para, dentro de ese campo, vestir a una mujer fuerte, sensual y misteriosa de entre veinte y cincuenta años. Un objetivo que ha alcanzado con creces y que lo señala como uno de los valores más firmes del diseño actual.
Daniel Rabaneda nació en Marchena hace 27 años y desde pequeño vivió el mundo de la moda de forma muy cercana. Hace unos años se mudó a Madrid y comenzó una meteórica carrera en el mundo de la moda a través de la que ya ha desfilado dos veces en Cibeles y ha colaborado con Disney y Jeffrey Campbell. Y es que Rabaneda posee un estilo muy personal, vanguardista, con el que está conquistando el mercado nacional e internacional…
-Su madre y su hermana se dedican a la moda, con lo que podría decirse que la lleva en los genes pero, ¿cuándo decidió qué quería dedicarse a esto?
-Lo supe de siempre, desde que tengo uso de razón. Yo jugaba con los retales que había en casa y leía los guiones para los que hacían el vestuario y me imaginaba como vestirían los personajes. Cuando crecí tenía otras expectativas, hice otras cosas pero, al llegar a Madrid, empecé a relacionarme con gente del mundillo y me envalentoné.
-Pese a su juventud tiene una fulgurante carrera y unas excelentes críticas… ¿Es necesario irse fuera para triunfar?
-Sí. Me duele mucho decirlo y me encantaría que Sevilla tuviera más proyección. Mi primera colección la presenté en Valencia, porque me pareció que sería más fácil, pero la siguiente ya la presenté en Cibeles. Sevilla me inspira bastante pero el trabajo hay que hacerlo fuera porque, por ejemplo, a la hora del estreno de una colección, todos los medios están en Madrid con lo que, si lo haces aquí, acudirán menos medios.
-¿Cómo definiría el estilo sevillano? ¿Cree que desde fuera se percibe como “cateto”?
-Cuando se ve mi obra, nunca se piensa que soy de Sevilla sino que se considera un trabajo con miras internacionales, con un toque muy europeo. Ni siquiera lo asocian a España. Los sevillanos tienen un punto muy bueno que sólo puede ser de Sevilla, pero hay otro que tiende a ser “cateto”. En la moda pasa lo contrario. Es algo manido, rancio. Yo trato de ofrecer una mezcla, con miras al exterior, pero del estilo sevillano me quedo con el gusto por lo tradicional, lo natural, la artesanía.
-La moda andaluza está tradicionalmente asociada a los volantes, a los lunares… ¿Quiere alejarse de esta visión tradicional?
-Ni pretendo alejarme, ni pretendo acercarme. No es mi línea, al igual que tampoco es la de David Delfín, que es malagueño (aunque no presume mucho de ello). Los diseñadores que presumen de ser andaluces trabajan mucho flamenco, las bodas, los eventos y eso es comercial, pero no es moda. Pecan de usar mucho el volante. Una cosa es el folklore y vender trajes de flamenca, que tiene éxito hasta en China, pero el volante no estará de moda siempre.
Cecilia Quintana, la “musa” de Daniel Rabaneda.
-En apenas tres años ha conseguido lo que muchos tardan mucho más (desfilar en Cibeles, por citar algo)… ¿En qué radica el secreto de su éxito?
-En que tengo una idea y voy a por ella cueste lo que cueste. Tengo la sensación de que los jóvenes de hoy no tienen esa fuerza, ese ímpetu. He pasado horas llorando como un loco, trabajando sin parar para estar donde yo quería estar. No me ha pesado irme de un sitio a otro para encontrar una solución. Cierto es que, desde el descaro y la inocencia de cuando se es joven, he cometido muchos errores. Ahora soy más consciente del miedo. Con 24 años eres muy lanzado y muy cabezón.
-¿Hay algún personaje conocido al que quiera vestir?
-A Charlotte Gainsbourgh, porque es una mujer rara, no la típica guapa. Me fascina la belleza en lo feo. Y en España, el otro día vi a la vocalista de Dover y me encantó, no la recordaba así.
-¿Qué famoso español es, para usted, el peor vestido?
-Sigo poquísimo las alfombras rojas. Aunque suelo ir a estos eventos intento no trabajar, no fijarme en cómo va el personal.
-Suele criticarse cuando la reina Letizia, o nuestras políticas, visten de diseñadores no españoles… ¿es una obligación?
-Me parece algo absurdo. Moralmente es bonito que alguien con ese potencial decida llevar moda española, es ético. Pero ella y el diseñador tienen que sentirse identificados. Si no parece que es un disfraz, se notaría y resulta hasta es negativo, no es un buen marketing. Letizia, sin ir más lejos, no está vinculada con el perfil en el que yo pienso a la hora de crear.
-Se encuentra en pleno momento de expansión y salida de nuestras fronteras, ¿cuáles son sus planes más inmediatos?
-Vestir al hombre es un proyecto pero sobre todo vender fuera está muy en mente, estar cada vez en más países. La economía en España no está preparada, no hay algo fluido. Así entre 2014 y 2016 queremos seguir potenciando la venta en el extranjero y, desde ahí, lo que vaya surgiendo…
