Su paso por el programa “A bailar”, de Antena 3, le ha hecho más popular aún entre el público y, aunque tiene claro que lo suyo es la música, no le importa posar como modelo –y menos si es con su pareja, Laura Sánchez- para campañas como las de Merkal Calzado
A sus 39 años David Ascanio ha ido, peldaño a peldaño, haciéndose cada vez más conocido gracias a su música, por un lado, y a su relación con la modelo Laura Sánchez, por otro. Sin embargo, aún nos queda mucho por conocer de este tinerfeño de ojos azules que, hace unos días, protagonizó la presentación de la nueva colección de zapatos de Merkal Calzado (firma a la que, por segunda temporada, el cantante ha prestado su atractiva imagen).
-¿Es fetichista, como les sucede a muchos hombres, con los zapatos de tacón? ¿Le ponen?
-Hombre, Laura con tacón llega a los dos metros y, al principio, prefería cruzar la calle para no ir al lado. Luego te acostumbras e incluso he llegado a alegrarme cuando se los pone.
-¿Y para usted? ¿Por qué tipo de calzado se decanta?
-Depende de la hora. Los botines o las zapatillas para el día a día y en verano las alpargatas. Ahora que llega el invierno utilizo hasta las botas de borrego, que dan mucho “calorcito”.
-¿Qué tal se siente posando como modelo?
-Pues no es extraño para mí. En Canarias, sin ser una vocación, hice algunos trabajos de más joven. Con Laura es divertido y son épocas de tu vida que puedes recordar después. Aprendo mucho. Antes era más tímido pero lo he asumido como algo más natural.
-¿Ya ha superado la impresión que le causaban los medios de comunicación?
-Sí. Cuando empecé con Laura me desbordó todo. Vengo de otro mundo, de escribir canciones y en el “photocall” me ponía atacado cuando me preguntaban de mis cosas. Luego es ir colocándolo en la cabeza. Soy un privilegiado y no tengo nada que esconder (aunque a veces no te apetezca hablar de ciertos temas).
-¡Pero si se ha atrevido hasta con el baile y las coreografías!
-Y menos mal que acabó porque si no me echaban del país (risas). Eran muchas horas de ensayo. ¡Imagínate que nunca antes me había visto en otra! Cantar es distinto pero bailar algo de Madonna… Me lo tomé con sentido del humor porque era consciente de que no lo hago bien.
-¿Cuál es el límite? ¿Qué no haría?
-Algo que no fuera conmigo, con mi forma de ser. Tengo que disfrutar el proyecto y tiene que aportarme algo positivo.
-¿Esa faceta pública no le quita peso a su verdadera profesión como músico?
-No. Llevo mucho ahí, componiendo para gente como Miguel Bosé, Ana Torroja, Chenoa… Laura suele decirme que parece que no tengo ego de artista pero todo tiene su momento. Sigo implicándome en el estudio y, en breve, comenzaré a grabar. Son experiencias distintas.
-¿Se lleva bien compartir relación y trabajo?
-Yo me lo paso estupendamente con Laura pero tenemos un equilibrio. Diseñamos juntos, bailamos, protagonizamos campañas pero cuando nos separamos, nos echamos de menos.
-¿Qué le enamoró de ella?
-Tiene mucho que ver conmigo y, a la vez, nada. Coincidimos en los mismos valores (eso une bastante) y la admiro muchísimo. Es una relación cariñosa. La quiero y la mimo y, como todo el mundo, también nos peleamos. Me encanta su compañía, tener su misma forma de pensar, lo mucho que nos reímos y que hablamos… En realidad, lo que me enamora de Laura es su compañía. Después de cinco años y medio, nos conocemos bastante. Hay que tolerar y respetar porque, si no, el amor se rompe.
-Está a un paso de los cuarenta…
-Y muy contento. Con treinta años eres un “bala”. Es el proceso lógico pero, como sé que me lo vas a preguntar, te advierto que no vamos a casarnos ni de momento, ni más tarde. Lo mismo celebramos cuando llevemos una década pero no creo en las bodas. Ni siquiera me suele gustar que me inviten a nada de eso, con lo que no quiero hacerle la faena a nadie.
-De todas formas, ¿se cuida?
-Siempre he hecho deporte. Más por salud que por imagen pero, al final, suma. En las fotos de Merkal reconozco que me he visto bien. Soy autocrítico, aunque también intento evitar ese prejuzgamiento mío. Prefiero llevarlo con humor y tomarme el pelo a mí mismo. Por eso bromeo en las sesiones comentando que “la rubita tarda más que yo” (risas).
