Analizamos el Rastrillo de Nuevo Futuro bajo la experiencia de alguien que, por vez primera, se acerca al Hotel Los Lebreros a vivir una jornada apasionante
La Asociación Nuevo Futuro organiza esta semana la vigésimo séptima edición de su Rastrillo, acto social de mucho arraigo en nuestra ciudad donde se dan cita importantes rostros conocidos así como miembros de la nobleza y de familias de la alta sociedad sevillana. Pero, ¿qué se puede hacer y cómo es de veras este evento? Acompañamos a nuestro redactor, José Antonio Muñoz, a su primera incursión en este mercado popular donde casi todo tiene cabida.
José Antonio Muñoz
Desde que el pasado martes la infanta Doña Pilar de Borbón inaugurara la presente edición del Rastrillo, son miles de personas las que han subido las escaleras del Hotel Los Lebreros para acudir a un evento más que consolidado y que realiza una fuerte labor humanitaria y solidaria en beneficio de la Asociación Nuevo Futuro. Uno de los atractivos que más me habían comentado era la habitual presencia de una de las principales impulsoras del evento, la Duquesa de Alba, en el primer puesto, “Las Canasteras”, donde suele estar acompañada de su inseparable amiga Carmen Tello pero esta edición, por razones personales, ninguna de las dos estaba presente.
Tras ese primer momento de ligera decepción, mi estado de ánimo cambia al ver todo el universo de posibles compras que se habría ante mis ojos, como advertía el nombre de otro de los “stands”, “El popurrí”. A partir de entonces, numerosísimos puestos repartidos de forma desordenada por diferentes estancias en las que tenían cabida objetos tan variopintos que jamás los encontraríamos juntos en una misma tienda. Trajes de comunión de segunda mano, jabones hechos con aceite reciclado, tocados, abrigos de pieles de visón o de zorro, figuras religiosas, tapices, cinturones… Todo parece posible en este mercado.
Mentiría si dijera que, ya antes de llegar, pensaba encontrar algo de mi interés para poder comprar pero lo cierto es que, junto a artículos clásicos -que ya presuponía serían los mayoritarios-, encontrábamos prendas y artículos innovadores como camisetas con flamencas pintadas -con pendientes, peinecillos y flecos reales-, o pulseras de cabo náutico que están muy de moda y que se han podido ver en las muñecas de la Reina Doña Sofía o la Infanta Elena.
Tras pasar junto a una gran tómbola, en la que se pueden conseguir premios donados por empresas y particulares, realizo mi primera compra en “Sevilla y Olé”, donde venden aceitunas, vinagre o mermeladas a un precio inferior al habitual, donado por sus fabricantes para ceder todo el dinero a los niños más necesitados.
Entrar en la sala “La Maestranza” es como acceder a la mismísima Plaza de Toros. En ella están a la venta trajes de luces cedidos por Talavante o “El Fandi”, zapatillas de Dávila Mihura, muleta de “El Cordobés” o hasta un capote de Javier Conde. Cristina González, esposa del ganadero Antonio Miura, nos confirma que la crisis también se está haciendo notar en un espacio del que es presidenta y donde desde hace 20 años los toreros han colaborado siempre de forma desinteresada.
Lejos de la aglomeración del primer día, donde además están muy presentes los periodistas y fotógrafos del corazón, tomo tranquilamente un aperitivo para finalizar la mañana mientras oigo música en directo y reflexiono sobre todo lo que he visto, y sobre lo fácil que resulta ser solidario comprando en esta gran feria de muestras benéfica. ¿Es como me esperaba? Para nada. Los prejuicios…
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