A sus 34 años, Diego Martín se encuentra en un momento espléndido del que nos habla, coincidiendo con la promoción de su disco, “Siendo”, en una de sus entrevistas más sinceras
Ricardo Castillejo
Que nació en Murcia, se crió en Melilla y grabó junto a Raquel del Rosario, en 2005, el famoso tema “Déjame verte”, todo el mundo lo sabe. Más allá, poco se sabe de Diego Martín quien, con quince años, grabó su primera maqueta para aventurarse en un mundo, el de la música, sin el cual no entendería la vida. Con otros recordados duetos como el que protagonizó con Malú en su trayectoria, este admirador de Joaquín Sabina y Alejandro Sanz, se muestra en su encuentro con “Sevilla Magazine” como un hombre de gustos sencillos y con las ideas claras.
-¿Por qué se sabe tan poco de usted a nivel personal? ¿No le preguntan de eso?
-Es que, al final, siempre terminan preguntándome lo mismo. No indagan demasiado… Soy un tipo bastante divertido, payasete, muy desordenado (aunque, a la vez, no me gusta el desorden, con lo que supongo que soy un poco perezoso para eso)… Me gustan los animales, leer, jugar al fútbol… Estudiar, poquito pero sí trabajo mucho (risas).
-Vive en Murcia… ¿Enamorado?
-Sí. Tengo novia pero no creo que me case nunca. No necesito hipotecarme con nadie porque todo cambia. Lo único que pido es un compromiso de fidelidad. Eso es esencial.
-¿Cuál es su concepto del amor?
-Es que confundimos amor con posesión. Es lo que veo y eso es un error. Uno nace libre y solo y yo necesito mi libertad. La verdad es que no entro en el juego de la sociedad. Estoy en contra de la mayoría de las cosas que forman parte de ella.
-Y eso tiene un precio, ¿no?
-Hombre, si haces lo que sea porque quieres, ¿qué te va a costar? Lo que sí está claro es que, en lo que se refiere a las discográficas, hacer el álbum que quieres supone renunciar, por ejemplo, a otra producción que me ofrecían. Lo que pasa es que las canciones las firma la propia alma. Me podría ir de otra manera pero, sin prepotencia alguna, no me vendo.
-El éxito con Raquel Rosario, ¿es una losa a la vez?
-Vamos a ver. Si todos los días de tu vida hicieras lo mismo estarías cansado, ¿no? A mí me encanta ese tema y Raquel es fantástica y una de las mejores cosas de mi carrera pero claro que puede llegar un momento en el que te satures. A cualquiera le pasaría.
-Lo que pasa que el dueto que le gustaría de veras es otro…
-Con Charles Aznavour. Y sería con “Quién”, que me la estoy aprendiendo a piano.
-Porque la música, en su escala de valores, ¿está arriba del todo?
-Sí. Lo sabe mi madre, mis perros… Si no, no hubiera nacido. He venido a cantar. Eso es difícil de entender pero es así. Todos tenemos una misión concreta.
-Parece muy espiritual… ¿En qué cree?
-Lo soy. Mucho. Gracias a Dios. Creo en las regresiones, vida tras vida, aspectos que no se ven con los ojos pero se perciben. Me juego el cuello a que mueres y naces otra vez.
-¿Qué piensa que fue en otras vidas?
-Pues una fui escritor. Yo he practicado regresiones pero son cuestiones más profundas…
-¿En la política y en los políticos también cree?
-No, no, no. En nada de eso. Ni siquiera en esta democracia que tenemos. Y da igual el color, ¿eh? A lo mejor más adelante cambio de opinión pero, por ahora, no creo. Todo el sistema está equivocado. Desde la educación, en la que se debiera cobrar según el nivel intelectual de la clase, hasta el resto de asuntos.
-Cambiando de tercio, ¿se ve papá?
-Sí. Me gustaría tener cuantos más hijos, mejor pero tengo que ponerme en marcha rápido (risas).
-Que fuera lo que quisiera. Hay un experimento en Irlanda donde preparan unas naves diáfanas donde se imparten clases de música, letras o matemáticas que eligen los propios niños cuando llegan. Quedan unos años para saber el resultado pero parece interesante. Yo llevo desde pequeño peleándome con mi madre porque no quería leche y resulta que los lácteos para los cantantes no son buenos. Me gusta dejarme llevar y pienso, como Einstein, que hay que observar la Naturaleza para entender así a Dios…