El rey del “rock rústico” presenta su nuevo videoclip “El Kabratón” donde, a través de fusiones nuevas, vuelve a defender la tranquila vida del campo
José Antonio Muñoz
Nacido en un pueblo de la Anarquía malagueña, El Koala pasó por diferentes grupos hasta que en 2006 consiguió que su canción “Opá” se convirtiera en todo un fenómeno, con millones de visitas de su videoclip en Internet. Fiel a su rock rústico -que nadie se ha atrevido a imitar aún-, regresa con “El Kabratón”, tema que pertenece al que es su tercer álbum y donde, fusionándose con ritmos latinos, se muestra reivindicativo frente a todos los que critican la vida lejos de la gran ciudad.
-¿Puede explicar qué es exactamente eso de “El kabratón”?
-Es el cuarto “single” de mi último disco “El latido del campo”, que salió hace tres años. Lo estamos exprimiendo bien y tenemos una cara que nos la pisamos pero no hay prisas (risas) Es la tranquilidad de la vida rural la que me permite fusionar el “rock” rústico con ritmos como el “reaggeton”, y hacer videoclips dedicándole mucho tiempo, con calidad y que impacten. Un buen video te puede cambiar la vida. Por eso nos los curramos tanto. He llegado a tener más de un millón de visitas en una semana.
-Gracias a este estilo tan diferente ha conseguido muchas cosas…
-Yo sé lo que es estar en un andamio a ocho metros de altura durante muchas horas al sol. Ahora puedo vivir de mi música, estilo en el que seré único por mucho tiempo pues dudo que salga alguien más que cante ceceando y dirija sus canciones a animales, igual que lo hago yo con una cabra sobre los hombros (risas). Es importante no parecerse a nadie, ser completamente diferente a todo lo demás.
-¿Le ha costado más alcanzar el éxito por ser menos comercial?
-A los que hacemos músicas diferentes, que se escapan de algunos circuitos, muchos otros artistas nos intentan desmerecer pero tenemos más mérito porque hemos luchado más que ellos para triunfar. Yo soy como el cojo que consiguió ganar una gran carrera de atletismo.
-¿Tantos obstáculos encontró?
-Cuando sacamos el “Opá” ninguna compañía quería explotar algo donde hablábamos de un corral mientras la gente lo que quería era comprar coches de alta gama y joyas. Sin embargo, yo abrí las puertas al campo, hice una gira de 97 conciertos, fui disco de oro y me convertí en una alternativa para aquellos ayuntamientos que no pueden contratar artistas altos caros y guapos… No tengo ansiedad por competir con nadie. Con cantar en sitios pequeños donde valoren lo que hago, me conformo.
-¿Cree que la solución a la crisis es retornar al campo?
-Totalmente. El hormigón no era eterno y se ha demostrado, la tierra no te hace rico pero te da de comer toda la vida. Es el sustento y la principal fuente de riquezas en estos tiempos en lo que todo es efímero.
-¿Qué siente cuando le dicen cateto?
-Me encanta, porque no saben que los verdaderos “garrulos” son los que se atreven a llamármelo mientras comen tomates huecos comprados en grandes superficies y fruta sin sabor. Tenemos una niña de diez años, que es como si fuera nuestra hija, y ya quiere tomate natural en lugar de ketchup y prefiere los huevos de las gallinitas felices que ponen en libertad. Todo esto se valora más en los pueblos, donde hay personas que están muy preparadas (al igual que en la ciudad hay algunos tontos que van de listos).
-¿Cuál es el secreto de su vitalidad?
-Llevar en el bolsillo una foto de Urdangarín y pensar que algún día tendré lo que tiene él pero ganándomelo honradamente. Y también el aceite de oliva. Luego hay cosas que me deprimen, como la gente tóxica que no se cree capaz de hacer milagros ni confía en la magia de la vida. Me cabrea la negatividad y los que la contagian.
-¿Proyectos por ver la luz en su carrera?
-En 2014 sacaré un disco de canciones infantiles, porque los niños son el público más fiel y necesito que me sigan hasta 2027, que es cuando termino de pagar la hipoteca (risas). Quiero que me conozca mucha gente pero por mi música, no la fama por la fama. Me llamaron para ir al programa en el que saltan desde un trampolín y dije que llamaran a Falete, que yo me reiría viéndolo desde mi casa, y así lo han hecho…