Jesús Vázquez, coincidiendo con el estreno hoy de la primera temporada de su nuevo programa, “Pequeños gigantes”, cumple 49 años disfrutando, según el presentador, de la que es una de las mejores etapas de vida, compartida con su marido, Roberto
A las diez y media de la noche comenzará hoy “Pequeños gigantes”, el nuevo proyecto del que, desde hace un cuarto de siglo, es uno de los rostros más queridos de la “pequeña pantalla”: Jesús Vázquez. Un hombre que, desde el principio, nos conquistó a todos con su simpatía y su carisma inconfundible y, por qué no decirlo, con un físico privilegiado que ha ido ganando puntos a medida que ha transcurrido el tiempo. Así, a un paso de los cincuenta, este virgo nacido un 9 de septiembre de 1965, puede presumir de poseer uno de los cuerpos más admirados algo que, tal y como él mismo explicó hace poco en una aparición en el programa “Hable con ellas”, no es un regalo “caído del cielo”. “Cuando era niño tenía bastante mal tipo, algo tipo “alfombra”…”, comentaba en dicho espacio para, llamando la atención con sus declaraciones, proseguir. “Sufrí acoso escolar. Se metían mucho conmigo pero lo superé y la vida me ha devuelto más de lo que me quitó. Me robó la adolescencia pero me ha regalado una buena madurez. Eso sí, me mato vivo en el gimnasio. A mí, esas historias que cuentan las modelos de que comen de todo y de que se hinchan a hamburguesas… Una mierda… Hay que coserse la boca, dejar las patatas, el pan, la bollería…”.
Es la realidad de este profesional que vino al mundo en una familia medio-alta y que, en principio, orientó sus pasos a la veterinaria. Sin embargo, la “movida madrileña” se cruzó en su camino y decidió mudarse de su tierra, El Ferrol, a la capital para iniciar allí una trayectoria a la que, enseguida, llegaron éxitos como “La quinta marcha” o “Hablando se entiende la vasca” (Telecinco). A partir de ahí, la popularidad de Jesús se extendió como la pólvora y probó suerte en otros campos como la música, grabando el álbum “A dos milímetros escasos de tu boca” (Disco de oro en 1993) o participando en películas como “Aquí el que no corre, vuela” (1992) y obras de teatro como “La importancia de llamarse Ernesto”, de Oscar Wilde (en la que compartió cartel con Gemma Cuervo y María Esteve).
Sin que nadie lo imaginara, en 1995 fue acusado de abuso a menores en el recordado “Caso Arny”, pub sevillano desde el que se generó una “caza de brujas” que también afectó a otros famosos como Javier Gurruchaga o Jorge Cadaval. Un hecho que a nuestro protagonista le hizo tanto daño que hasta llegó a abandonar España durante una temporada y tras el que falleció su madre víctima de un cáncer que él siempre pensó se agravó por estos tristes acontecimientos (los cuales, además, quedaron resueltos en 1998 cuando el juez Manuel Rico Lara lo absolvió del asunto). A partir de ahí se vinculó a Canal Sur con producciones como “Gente con chispa” (que también se emitió en otros canales autonómicos) hasta que volvió al circuito nacional con “La central”, de Antena 3, y “Ésta es mi gente”, de nuevo en su “casa”, la “cadena amiga”.
Señalado como uno de los mejores pagados, con una nómina de unos tres millones y medio de euros anuales, Vázquez ha ido bajando el ritmo laboral poco a poco invirtiendo más su tiempo en él mismo. “Ésta última década ha sido muy loca”, apuntillaba en una entrevista al respecto a la par que bromeaba. “Mi objetivo es morirme siendo un jovencito que haya cumplido los 90”.
Esencial ha sido en su camino la aparición de Roberto, un ingeniero que abandonó su carrera para compartir responsabilidades con su marido (son una de las primeras parejas “gays” famosas en haber contraído matrimonio). “Ha sido una relación que se ha transformado en complicidad. Roberto se encarga de la parte financiera, que yo detesto. Por eso hacemos tan buen equipo. Me ha permitido encontrar sentido en los placeres pequeños. Me cuida y me lo hace todo muy fácil”. ¿Llegarán a decidirse a aportar un hijo a su feliz unión? Una pregunta a la que Jesús no ha encontrado aún respuesta. “A los 49 mi padre ya era abuelo. Es un tema que me genera muchas dudas interiores. Estoy como Santa Teresa y “vivo sin vivir en mí” con esa cuestión.
“Supervivientes”, “Gran Hermano VIP”, “Pekín Express”, “La Voz” o “¡Mira quién salta!”. Son solo algunos títulos del legado de alguien que, por encima de eso, ha luchado por seguir siendo una buena persona. Un objetivo que, a las pruebas nos remitimos, ha conseguido.
