El diseñador utrerano Julián Ortiz presentó ayer en el Muelle Delicias su colección “Nohau”, en la que apostaba por líneas sencillas y nuevos tejidos con aires de alta costura que evocaban al país del sol naciente
Josan Muñoz (@josan_ms)
Era la presentación ante la sociedad sevillana del joven creador Julián Ortiz a la que acudió apuntando muy alto y con la firme decisión de sorprender… Y lo consiguió. El centro de recepción de cruceristas del Muelle de las Delicias fue el recinto elegido para ubicar una pasarela en forma de “U” a ras de suelo rodeada de sillas blancas que, junto al blanco del metálico edificio, permitían que las luces fueran introduciendo en diferentes ambientes, todos ellos acogedores, según iba avanzando la muestra. Hasta allí acudió la experta y afamada bloguera Fiona Ferrer, quien ejercía de madrina de un desfile que arrancó con un conjunto minifaldero con capa integrada y zapatos de tacón negro con lazo anudado a la altura de tobillo.
Foto: La Petite Chambrè
Sería éste detalle una constante en una colección que contaba con otras claves como los guantes de cuero negro hasta medio brazo, con pequeñas tachuelas en tonos dorados, que aparecieron en más de treinta propuestas dirigidas a una mujer urbana y cosmopolita, con mucha vida en eventos nocturnos de clase media-alta y que camina con paso decidido.
En general hubo mucha presencia de combinaciones bicolor, predominando los tonos negro, plateado, verde esmeralda o rojo los cuales en ocasiones se conjuntaban con grandes recuadros sobre fondo blanco. Cortes muy limpios en blusas con mangas de murciélago, acampanadas, abiertas o plisadas y, para la parte inferior, talle alto y remarcadas cinturas tanto en pantalones (bombachos o acampanados) como en faldas asimétricas que jugaban –algo muy de tendencia esta temporada- con dos largos (la parte frontal corta y la trasera con cola). También hubo alguna falsa falda en la zona delantera como complemento a un ajustado vestido negro de líneas básicas.
Fotografía: La Petite Chambrè
Más allá, creaciones sugerentes con transparencias y escotes en “V” bastante pronunciados alternados con otros de cuello a la caja que contrastaban con espaldas casi desnudas en catorce modelos cuyo maquillaje sencillo recordaba al de las “geishas”, todas con pelo liso y un pequeño moñito en la parte alta de la cabeza. Como gran novedad, el diseñador apuesta firmemente por la lana fría, en diferentes colores, como tejido que aporta “glamour” a ponchos, abrigos de botonadura interna, faldas o la estilosa túnica sin mangas que cerraba el pase, con manos que salían por aberturas delanteras a la altura de la cintura y superposiciones de flores negras. Eso sin olvidar incrustaciones, muy presentes también, realzando hombreras o decorando ajustadas mangas o bajos de pantalones en forma de pedrerías o de numerosas perlas.
Fotografía: La Petite Chambrè
Magnífico ejercicio de creatividad el de Julián Ortiz, que recordaba por momentos a maestros como Balenciaga y que, sin grandes artificios ni aparatosos patrones, hizo que el espectador sintiera en todo momento que se encontraba ante una magnífica muestra de alta costura.
Imágenes del desfile de Julián Ortiz (Fotografías: Aníbal González Pinto)
