Por Ricardo Castillejo
La segunda jornada de SIMOF deja sobre la pasarela las más hermosas estampas que, sin duda, vamos a ver este año en el Salón
Tras el certamen de noveles diseñadores por la mañana -en el que se alzó con la victoria Carlos Checa con “Locas por Hollywood”-, el Salón Internacional de la Moda Flamenca ofreció un espectáculo inolvidable que comenzó con el malagueño “F de Frank”, creador que dejó algunos grandes momentos como su vestido negro de pelito y brillo, con una manga independiente y escote lateral, o el de lentejuelas con escote redondo de encaje.
Más sencillo, Alonso Cózar se adentró en un terreno más clásico con grandes mangas cortas afaroladas y pequeños lunares que fueron seguidos de Adelina Infante, muy acertada con cuerpos de encaje y otros vestidos de inspiración flamenca, a media pierna y con blusas de manga larga y volantes a modo de hombrera.
Gil Ortiz sorprendió con patrones maxi y faldas de multitud de hileras de volantes redondeados y Carmen Raimundo enamoró con sus gasas pasteles salmón y azules en propuestas delicadas y sutiles.
Maravilloso, José Raposo realizó un auténtico trabajo de adaptación de la moda flamenca a la moda urbana con un homenaje a su abuela “Carmela” en el que no faltaron toreras con timones colgando, jerseys de cuello alto con mangas de flecos de lana para las noches de romería, pantalones con blusas, monos con patas anchas que parecen faldas o cierres completos frontales con cremallera. Todo ello con colores modernos, flúor, jóvenes, botas transparentes sin tacón…
Proliferación de detalles que, en otro estilo, también derrochó Ana Morón con “Luz”, sofisticación con una creatividad única que a veces marcaba la silueta y otras apostaba por, desde la cintura, una casi inabarcable amplitud en los vuelos. Mangas decoradas con flores, tul, cristales de colores… Otra dimensión solo apta para los espíritus más delicados.
En cuanto a Verónica de la Vega, su repaso a los 90 recreó personajes fuertes que no tuvieron inconveniente en mostrar mucha pierna al descubierto y hasta casi todo el cuerpo con un tejido enrejado que no dejaba mucho a la imaginación.
Muy destacada fue también la presentación del granadino Antonio Gutiérrez, uno de los profesionales más queridos por el público y el equipo de SIMOF que se esfuerza cada temporada por puestas en escena, como la suya, que, para empezar, ponen una sonrisa en el rostro del público. Así, una gran radio antigua servía como telón de fondo para el pase de trajes de chaqueta con pantalones palazzo, cuellos camiseros y mangas a la sisa, volúmenes y mangas muy elaboradas, todo ello en ocres, rosas, negros… y sombreros de ala ancha.
Elegantísimo, Javier García acudió a “Santa Cruz” para una sobriedad que causó estragos y entre la que, raro en este creador, aparecieron escotes más pronunciados y, en general, una mujer que enseña más piel. Grises plomo, negros, tul superpuesto, combinación de mangas largas con otras transparentes, espectaculares tops con cascada de volantes, blusas con ochenteras mangas de murciélago… y una tuna para recibir a sus invitados y para despedir un tiempo muy sobresaliente.
Para terminar, el triunfal regreso de Cristo Báñez a este espacio, rodeado de amigos influencers y desplegando una paleta de posibilidades que fueron desde la finura de sus pasteles iniciales con volantes superpuestos y grandes vuelos en las faldas -naranjas, azules y malvas-, a su particular universo rociero de bandoleras con capas, chaquetas y bombers, sin olvidar la feria más cómoda -con piqués, escotes de vértigo y mantoncillos muy originalmente colocados- y concluyendo con sus negros que bien podrían considerarse alta costura que engrandecería cualquier “alfombra roja” por la que pisara. Lujo, en general, para el disfrute de todos los sentidos.